Conoces el madroño porque es el popular símbolo madrileño junto con el oso. Ese árbol que decora su escudo al lado del animal comparte nombre con su fruto, que es comestible. Y es este detalle el que no es tan conocido, que el madroño se puede aprovechar en la cocina, especialmente en el universo de la repostería y en el de las salsas.
Este arbusto, más que árbol, ya que no alcanza una dimensión muy grande (sí para ser arbusto, hasta 6 o 7 metros), crece de manera silvestre en la región mediterránea, de donde es oriundo –tanto de zonas de costa como de interior salvo que el frío no sea superintenso–. De hoja perenne, su forma es delgada y la de su hoja, similar, salvando las distancias a la del laurel. Peculiar es también su fruto, que florece en verano y madura en la segunda mitad del otoño sobre todo.

Redondo y de intenso color naranja en su interior, presenta una capa exterior granuloso, como repleto de “puntitos” rojos. Al verlo, si no sabes lo que es, puedes pensar que es un fruto exótico, tanto por su color, como por su forma y su textura, pero lo cierto es que es mediterráneo, como decíamos antes.
Cómo se aprovecha
Este fruto granuloso, como una pequeña baya, lo puedes comer en crudo para comprobar sus virtudes y sus defectos. Entre las primeras, su carne cremosa, que se deshace al entrar en contacto con lengua y paladar cuando está maduro. También el color y el sabor, que es agradable. Entre sus puntos negativos, la textura exterior, de ahí que se suela limpiar; y su sabor, al que le falta algo de potencia, puede resultar un poco soso.
En cuanto lo pruebes, te vendrá a la cabeza cuál es su mejor utilidad en la cocina teniendo en cuenta sus características. La respuesta es una mermelada. Con la compañía del azúcar, y si quieres, un poquito de ralladura de limón, puedes aportar ese punto extra de sabor que necesita el madroño. El fruto aporta, por su parte, su aroma, su textura agradable y untuosa cuando se deshace y su color.

Más allá de la compota o mermelada, también puedes elaborar con madroño una salsa para acompañar las carnes, o lo puedes conservar en almíbar, un concepto similar (aportar dulce) al de la confitura. Gelatinas, siropes, licores y salsas exóticas como el chutney son algunas de las alternativas si tienes un madroño en casa y quieres disfrutar del fruto. Su sabor hace que vaya muy bien con patés y con el queso, con un uso similar al del membrillo en este último caso.
Y si tienes dotes y paciencia para la repostería, no dudes en utilizarlo en tus tartas y bizcochos caseros, donde es un ingrediente con el que vas a sorprender y a triunfar si tienes invitados en casa. Alucinarán cuando sepan que esa receta que se han comido con sumo gusto lleva como ingrediente principal madroño, el vistoso fruto que da el árbol del escudo de la ciudad de Madrid.