Por mucho que calcules para que la nevera quede vacía de productos perecederos el día que os vais de vacaciones, no hay forma de cumplir el objetivo. Ni con 50 años en la espalda haciendo lo mismo se consigue. Al final, siempre hay piezas de fruta y verdura por acabar, un litro de leche o bebida vegetal abierta, dos tuppers por gastar y una cuña de queso por la mitad en el mejor de los casos. Toca prepararlo para llevar.
Evidentemente, llevarlos si es que el viaje lo permite, ya que no vas a meter todo lo que hay en la nevera por gastar en un avión. En ese caso, toca hacer unos bocadillo con el queso y llevar las piezas de fruta para el día. Si hay líquidos, metemos en un termo y a intentar gastarlos antes de pasar el control del aeropuerto. No queda otra si no quieres desperdiciarlo. Bueno, sí, puedes llamar al vecino y dárselos para que los aproveche…
Pero si viajas en coche o en tren, por ejemplo, es posible llevar contigo lo que sobre en tu nevera. Es clave, eso sí, y más con el calor que tenemos en España en verano, preparar la comida en unas condiciones muy concretas para que aguante hasta su destino. Estos son los consejos prácticos que debes tener en cuenta:
Temperatura
Si demanda calor, que es lo menos habitual, mételo en una bolsa térmica aislante, pero lo lógico es que requiera frío para no estropearse lo que tienes en la nevera, de modo que tienes que llevar una nevera térmica —las hay blandas, que luego quedan plegadas y no abultan— con unas placas de frío heladas dentro. Es esencial que estas las metas horas antes en el congelador. Cuanto más consigas reproducir las condiciones térmicas de tu nevera en la de viaje, mucho mejor.
Las neveras o bolsas de congelación son vuestra única opción si queréis llevar con vosotros productos congelados. No la abráis bajo ningún concepto y si al llegar muestran síntomas de descongelación, no volváis a congelar. Consumidlo en las primeras horas en vuestro destino. Por otro lado, es esencial que viajen los congelados bien aislados en bolsas o recipientes herméticos para que, si se descongela, no se contaminen otros alimentos.
Cuidado con el lugar en el que colocas la comida para el viaje en coche, sobre todo la fruta porque puede golpearse. Dentro de la nevera, escoge bien cómo colocar cada alimento para que no se dañen entre sí, y luego haz lo propio con la nevera en el coche. Si es posible, llevadla en los pies de algún sitio que vaya vacío u ocupado por niños pequeños, a los que los pies no les llegan al suelo.
No solo es recomendable evitar el maletero para la comida —salvo que hablemos de un melón sin abrir, por ejemplo, que es resistente— al viajar por los golpes, también por la temperatura ambiente y ventilación. Por este motivo, es aconsejable de nuevo escoger los pies de algún asiento, ya que irá más fresquita gracias al aire acondicionado y no le pegará el sol directo durante el trayecto. Además, cuando paréis, se calentará menos esta zona del coche y con ello la comida.
Todo lo que sea comida que puede deteriorarse por la temperatura y los golpes es recomendable envasarla correctamente. Lo tuppers, sobre todo los cuadrados y rectangulares, os facilitarán además la tarea del almacenaje. Será mucho más sencillo @hacer el tetris” de turno, así que tenedlo en cuenta a la hora de prestar la comida. También así añadiréis una barrera de protección contra la contaminación cruzada.
La fruta, la verdura, un litro de leche abierto o el queso que te queda envuelto son alimentos que tienes que llevar sí o sí contigo para que no se estropeen, pero no es necesario que lo hagas con las galletas, el embutido envasado o los bricks o yogures cerrados que te quedan en la nevera siempre y cuando no caduquen antes de tu vuelta. Y, salvo que planees viajar a un lugar recóndito, siempre podrás comprar este tipo de productos en tu destino, así que no hay mejor consejo para llevar comida de viaje que recomendarte limitar al máximo lo que llevas: solo lo imprescindible.