Aprende a llevar los tacones correctamente. Así evitarás no sólo el dolor, sino también problemas musculares que pueden incluso dañar tu columna vertebral.
Una gran obra de ingeniería. La más perfecta. Eso eran los pies para Leonardo da Vinci. Si pensamos que constan de 26 pequeños huesos y un complejo entramado de músculos y tendones perfectamente engranados para soportar nuestro peso y permitirnos correr, saltar...no le falta razón. Pero Da Vinci no contaba con que las mujeres nos someteríamos a torturas como usar tacones cada vez más altos. Y ahí aparecen los juanetes, los dedos en martillo, las rozaduras, las sobrecargas musculares e incluso fracturas por estrés mecánico. Y eso únicamente en los pies, ya que también pueden provocar problemas en las rodillas, en la columna lumbar y en las caderas”, explica Ángel Villamor, traumatólogo y director de la clínica iQtra Medicina Avanzada, de Madrid.
No fueron diseñados para caminar. “Estilizar las piernas fue el objetivo que llevó a diseñar los primeros tacones. Eso y potenciar la femineidad de la mujer”, recuerda Estela Pérez, podóloga en iQtra. Es decir, que estamos ante un calzado poco recomendable que ni siquiera fue pensado para caminar. Pero lo cierto es que, bien por no podernos resistir a unos taconazos de infarto, bien por ‘obligación’ profesional, son muchas las mujeres que los usan.
Sigue este protocolo antidolor. No deben superar los 4-5 cm de altura. Si no quieres renunciar a ellos y son más altos, procura que una plataforma ligera relaje el antepié y evita los demasiado finos: la falta de estabilidad sobrecargará tus pies y tus piernas; huye de los zapatos en punta o con el empeine muy estrecho para que los dedos no estén comprimidos; opta por los que lleven sujeción posterior o sobre el empeine (ojo con la disposición de las tiras); siempre deben ser de piel o telas microperforadas (jamás de goma o caucho); reserva los altos para ocasiones en las que no tengas que caminar mucho o estar tiempo de pie; si tienes que usarlos en la oficina, póntelos sólo allí (utiliza otros más cómodos para el trayecto); hazte con almohadillas de gel para el metatarso (te aliviarán si estás mucho tiempo de pie) y alterna el peso de tu cuerpo de una pierna a otra si estás de pie.
Y con otros zapatos, ten también cuidado:
- Mules (sin talón): provocan dolor en el metatarso y dedos en martillo por el acto reflejo de sujetarlos. Cuanto más planos, peor.
- Esclavas: casi siempre son demasiado planas; las tiras pueden causar rozaduras.
- Bailarinas: también muy planas y algunas con muy poca pala, lo que causa tensión muscular en cadena por el esfuerzo realizado para sujetarlas.
- Chanclas: dejan el pie completamente desprotegido ante cualquier golpe o rozadura y pueden causar ampollas entre los dedos. ¡Elige bien tu calzado!