Can Yaman es hoy en día uno de los actores turcos con mayor proyección internacional. Sin embargo, no siempre ha sido así. El actor no tenía muy claro eso de querer dedicarse a la interpretación. Es más, se sumergió en este mundo de pura casualidad. Eso sí, menos mal que el destino le trajo hasta aquí, porque no habríais perdido sino a este intérprete turco convertido en el nuevo Tigre de Malasia en Sandokan.
Y vosotros diréis, Si Can Yaman se hizo actor ya siendo adulto ¿A qué se dedicaba antes de ponerse delante de una cámara? Pues digamos que no tenía que defender papeles complicados ante el público, sino a criminales ante un juez. Y es que Can Yaman se graduó, nada más y nada menos que en…¡Derecho! Antes de ser un actor cotizado, este intérprete ejercía de abogado en traje y toga.
"Terminé la carrera de Derecho con buenas notas, pero los últimos dos cursos no asistía a clase con regularidad. No me podía estar quieto en clase. Con leerme el libro de texto y repasar un par de veces o tres los apuntes me bastaba para ir al examen más preparado que los demás", confiesa Can Yaman a un diario en 2017. Además, reconoce que mientras cursaba la carrera también estudió cocina y coctelería. Parece que es todo un chef entre fogones.
Tras dejar la universidad, el querido actor realiza una pasantía de un año y medio en un bufete de abogados antes de comenzar a trabajar para la consultora internacional PwC. Con el avance de su carrera, Can Yaman empieza a tomar clases de interpretación con el objetivo de mejorar su dicción y es ahí dónde descubre que su verdadera pasión es actuar. Así, su entorno se dio cuenta de su talento actuando y le animaron a formarse para dedicarse a ello. Así, comenzó a dedicarse de lleno a ello y consiguió su primer papel en Gönül İşleri, en 2014.
Después de varios años dedicado a la interpretación y habiendo obtenido ya una fama mundial, según medios turcos, en 2002, el actor turco vende su despacho de abogados en Bebek, provincia de Estambul, y lo hace porque al parecer grupos de fans organizados, especialmente extranjeros, visitaban constantemente la oficina de Can Yaman con tal de verle, aunque él casi nunca esté ahí.
