Padres helicopteros: las consecuencias del control y la sobreprotección sobre nuestros hijos

Estos padres y madres, como si fueran un helicóptero, sobrevuelan en todo momento alrededor de sus hijos, pendientes de solucionar sus necesidades, pero menoscabando su libertad y sin dejarles hacer nada. 
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Tal vez escuchar el término ‘padres helicóptero’ no te dice nada, pero si te contamos que son los padres hiperprotectores, que pretenden controlar y organizar la vida de sus hijos por completo, seguro que, a tu alrededor, identificarías a varias personas que se podrían encasillar en esta forma de comportarse. Y es que este fenómeno se ha ido extendiendo cada vez más en la sociedad.

.Los niños que soportan esta presión de los padres acaban con cuadros de estrés, ansiedad y depresión. - Getty Images/PhotoAlto

Estos padres, a pesar de actuar con buenas intenciones, no dejan crecer ni equivocarse a sus hijos y menoscaban su libertad. Son personas controladoras que no dejan nada al azar, que programan cada minuto de la vida de sus hijos, tengan la edad que tengan, y que allanan su camino para que no tengan dificultades ni frustraciones. 

Vigilan cada movimiento que hacen e intentan complacer sus deseos de manera inmediata. Además, están tan pendientes de las tareas de sus hijos, de sus exámenes, de sus actividades o de resolver sus conflictos que provocan en ellos una dinámica de auténtica dependencia. Con la excusa de solucionarles la situación, los acaban anulando. Y lo malo es que este tipo de control no solo se produce durante la infancia o la adolescencia, sino que se puede alargar hasta que son mayores de edad. 

Por ejemplo, hay padres que acompañan a sus hijos a matricularse en la universidad, acuden a entrevistarse con el profesor o, incluso, quieren estar en una entrevista de trabajo. 

LAS CONSECUENCIAS

Los hijos de estos individuos, al tener siempre a alguien que, en todo momento, les sobreprotege y les dice lo que deben hacer, suelen ser más inseguros y les cuesta asumir que deben responsabilizarse de sus obligaciones. Estos padres hacen que sus hijos no se conozcan a sí mismos y sean incapaces de regular sus emociones. 

Además, al estar sobreestimulados, no toleran la frustración ni el aburrimiento. Según diversos estudios, este estilo de crianza tiene consecuencias nefastas que les afectarán el resto de sus vidas. Los niños que soportan esta presión de los padres acaban con cuadros de estrés, ansiedad y depresión. 

¿QUÉ PUEDES HACER?

Si te reconoces en algunas de estas conductas y quieres enderezar la situación, hay una serie de pautas que, con paciencia y constancia, te ayudarán a recuperar el equilibrio familiar y a que la relación con tu hijo o hijos sean más sanas. Procura mantener las distancias. La clave está en acompañarles en su proceso de maduración.

 Es importante ofrecer apoyo y consejo ante las situaciones o conflictos que tengan, pero siempre desde la distancia y sin intentar vivir sus vidas. Aprende a otorgarles libertad. Aunque a todos los padres les da miedo soltar la mano de sus hijos, es importante que ellos vivan sus propias experiencias.

 Y si se equivocan en su elección, la labor de los padres es ayudarles a entender que de los errores también se aprende. De todas maneras, darles libertad no quiere decir dejar que hagan todo lo que les plazca. Antes de dar el permiso, se debe hablar con ellos y establecer límites para la actividad que vayan a hacer.

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