Es probable que ya hayas oido hablar de los irrigadores dentales. Pero tanto si lo conocías como si no, este es un buen momento para conocer esta herramienta bucal y descubrir por qué es tan importante para tu salud bucodental. De la mano del centro de deontología avanzado Villanueva, hoy vamos a conocer todas sus características, cómo debemos usarlo entre otras cuestiones importantes para descubrir por qué deberías probarlo. Pero antes, a propósito de este tema, te recomendamos la lectura de 9 preguntas a expertos sobre tus dientes, ya que es muy probable que te interese.
Tal y como lo definen en esta reputada clínica, se trata de "un dispositivo que sirve para remover los restos de comida que puedan haber quedado entre los dientes y encías. Por medio un chorro de agua a presión se aplica en las distintas partes de la boca y logra que estos residuos, que no han podido ser eliminados con el cepillado por estar en lugares poco accesibles, puedan finalmente ser removidos. Gracias a la acción del agua a presión, también puede reducirse la acumulación de sarro, y su efecto sobre las encías es igualmente beneficioso".

Para qué se usa y quién debería utilizarlo
Tal y como explican los experto de Villanueva: "el irrigador es un complemento de la higiene bucal, que puede ser utilizado por cualquiera que lo desee. Sin embargo existen determinados casos de personas a las que se aconseja especialmente su uso.
Estas personas son quienes tienen mayores riesgos de sufrir alguna patología oral, es decir, quienes, por sus circunstancias personales, están más predispuestos a tener caries de forma frecuente, sufren de enfermedad periodontal, o necesitan una higiene dental más completa al contar con implantes, coronas o brackets que pueden dificultar la limpieza en profundidad. También aquellos con discapacidades que les impiden realizar su propia higiene bucodental son claros candidatos al uso de un irrigador, ya que al necesitar de terceros para llevar a cabo este proceso, este aparato ayuda a que sea más completa que si se limitara al cepillado, por las dificultades que presenta llevarlo a cabo por parte de otra persona".
Una vez conocidos los casos donde sería buena opción utilizarlos, estos expertos destacan una serie de beneficios que es importante que tengamos en cuenta. Entre ellos destacan:
- La limpieza en profundidad es su beneficio más evidente, pero no el único. La acción del chorro de agua evita que la placa se vaya formando, y por tanto tiene un efecto preventivo ante la aparición del sarro.
- También puede decirse que las encías salen beneficiadas, porque el efecto masajeador del agua hace que el posible sangrado o la inflamación se reduzcan.
- La sensación de frescor que se obtiene con su uso es otro gran beneficio. En personas que tienen problemas de halitosis puede suponer un gran cambio, ya que ayuda a que pasen de notar esa desagradable sensación de mal sabor a una experiencia de máxima limpieza (si bien esto no significa que el problema del mal aliento se vaya a solucionar, pues para ello hay que tratar las causas que lo provocan).
- Otros beneficios que podrían señalarse son su gran accesibilidad (no es un tratamiento que requiera visitar al odontólogo y tiene un precio asequible) y la confianza que proporciona al individuo sobre su higiene bucal.
- Una dentadura que sea tratada regularmente con un irrigador es también menos propensa a acumular manchas o tender a que los dientes amarilleen por efecto del café.
- En definitiva, se trata de un aparato que aporta un gran número de beneficios y que por el contrario, presenta muy pocas desventajas.


Irrigador dental: cómo utilizarlo
Desde Villanueva recomiendan usarlo una vez al día, justo antes de acostarse. "La limpieza debe llevarse a cabo en el baño (por aquello de las salpicaduras) y se realiza pasando el chorro por los espacios que unen los dientes entre sí y con las encías.
Basta con mantener el chorro unos pocos segundos sobre cada diente, por lo que la duración es bastante breve, no más de un par de minutos" concluyen.
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