En el ajetreo diario de la vida moderna, el lavavajillas se ha convertido en un fiel compañero para muchos, prometiendo ahorrar tiempo y agua en la ardua tarea de lavar los platos. Sin embargo, detrás de su aparente eficiencia se esconde un enemigo silencioso para ciertos utensilios de cocina.

Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), el lavavajillas puede ahorrar entre un 80 y un 85 % de agua en comparación con el lavado a mano. Esta cifra, sin duda, es un argumento de peso a favor del electrodoméstico. Pero no todos los utensilios pueden soportar su rigor.
La experta en trucos para la vida diaria, Ale Pez, ha lanzado una advertencia en sus redes sociales: los cuchillos con mango de madera o acero templado son una mala combinación con el lavavajillas. Estos materiales se deterioran rápidamente bajo las elevadas temperaturas y la presión del agua, reduciendo así su vida útil.
Pero el problema no se limita solo a los cuchillos. Utensilios de madera como tablas de cortar, cucharas y espátulas también sufren las consecuencias del lavavajillas. Su superficie porosa se ve comprometida, permitiendo que el agua se filtre y los haga hincharse y agrietarse más rápidamente.
Y no son solo los materiales orgánicos los que corren peligro. El aluminio y el cobre sin esmaltar se manchan, las sartenes antiadherentes con teflón se agrietan y los tuppers de plástico se deforman con las altas temperaturas. Incluso la cristalería delicada, la porcelana y las tazas con impresiones pueden sufrir daños irreparables en el lavavajillas, a pesar de contar con programas para objetos más delicados.
Así pues, mientras el lavavajillas se erige como un aliado en la rutina diaria, es importante recordar que no todos los utensilios están preparados para enfrentarse a su riguroso proceso de limpieza. Un cuidado selectivo puede prolongar la vida útil de los objetos más queridos en nuestra cocina, evitando así sorpresas desagradables en el momento menos esperado.