Soy muy desconfiada, ¿cómo puedo superarlo?
"En cuanto conozco a alguien, lo primero que pienso es que seguro que se ha acercado a mí con malas intenciones". El psicólogo Bernardo Stamateas te ayuda.
"En cuanto conozco a alguien, lo primero que pienso es que seguro que se ha acercado a mí con malas intenciones". ¿Te ocurre esto a menudo? El psicólogo Bernardo Stamateas te da la solución.
Lo que hay detrás
Para entender lo que se esconde tras una persona desconfiada, antes hay que entender lo que existe en su contraria; es decir, en la que es excesivamente confiada. La psicología la define como crédula compulsiva por su enorme capacidad de idealizar, y no solo en áreas como la económica o la amorosa, sino en todas. Las personas básicamente crédulas son así en todas las áreas de su vida, y a menudo 'construyen', o inventan, la realidad.
Estas personas confiadas en general carecen de autoestima porque en su infancia, cuando querían algo, los padres les decían que no fueran egoístas y no quisieran todo lo que veían, y no hay que castrar el querer; detrás de él está la inteligencia motivacional, el deseo. A los niños no hay que decirles que no quieran algo, sino: "Qué bien que quieres eso... vamos a ver qué puedes hacer para alcanzarlo".Cuando esto no ha sido así, se produce el síndrome de La buena Niña: la persona que se sacrifica constantemente para que el otro sea feliz. ¿Quién no conoce a esas mujeres que ponen al hombre en un pedestal, o se encierran y dicen 'sin ti no puedo vivir'...? Renuncian para que el otro sea feliz, porque quieren demostrar que 'no son egoístas'; confunden estima con egoísmo. Por el contrario, el desconfiado crónico o la personalidad paranoica cree que todo el mundo es malo, que todas las personas son culpables hasta que no se demuestre lo contrario. Son desconfiados por sistema, sin que haya una razón objetiva que lo justifique.
A menudo tienen una memoria brillante, que emplean en recordar cualquier detalle que alimente aún más su desconfianza o que, según ellos, la justifique. En realidad están proyectando en los demás sus propios conflictos interiores, y como siempre están en estado de alerta, evitan la intimidad, no cuentan nada de sí mismos, ya que creen que si lo hacen los demás lo van a usar en su contra. Unos y otros se equivocan: la solución es hacer uso de lo que yo llamo confianza inteligente. Y es que, como seres humanos, necesitamos confiar en los demás, pero siempre de una manera racional, mesurada.
Nunca se hablará bastante de la importancia que una sonrisa tiene en nuestro trato con los demás. Cuando conocemos a alguien y esta persona nos sonríe, inmediatamente nos está trasmitiendo una señal inequívoca de aceptación y cercanía. Naturalmente, eso no basta para que nos abramos a los demás a las primeras de cambio, pero sin duda favorece cualquier encuentro. Hay muchas investigaciones que confirman que animales como los gorilas enseñan los dientes cuando juegan para indicar que no tienen intención de atacar. Ahí está el germen de nuestra actual sonrisa.