os de nuestras mejores ficciones diarias españolas: La Promesa (Bambú Producciones) y La Moderna de (Boomerang TV), están de enhorabuena. Ambas han sido nominadas a los International Emmy Awards en la categoría de Telenovelas. Ambas ficciones competirán contra otros meldoramas, como el turco Safir o Rigo. Estas nominaciones ponen en valor la calidad en historia, guion y montaje que tienen las ficciones diarias en nuestro país.
Estas ficciones de sobremesa o access prime time, como 4 estrellas, no solo gozan de gran popularidad en nuestro país, sino, también, fuera de nuestras fronteras. En cuanto a los Premios Emmy Internacional, los laureados se anunciarán el lunes 25 de noviembre en Nueva York. Previamente habrá un festival de tres días en la misma ciudad, que reunirá a los nominados para participar en photocall, presentaciones y eventos especiales.
Así es 'La Promesa'
1913. El mundo entero está al borde del abismo, pero hay remansos de paz aislados de los conflictos. Como el Palacio La Promesa, en el valle de Los Pedroches, propiedad de los Marqueses de Luján, uno de los mayores terratenientes del país. ¿Puede el amor aplacar la sed de venganza? ¿Podrías olvidar a los que hundieron tu vida? ¿A los asesinos de tu madre? ¿A los que hicieron desaparecer a tu hermano? Una mujer, una venganza y una gran historia de amor son los ingredientes de ‘La Promesa’.
Así es 'La Moderna'
MADRID, 1930. La capital es un escenario de grandes cambios y con un universo intelectual y cultural efervescente capitaneado sobretodo por la Generación del 27, incluidas las artistas denominadas las “Sinsombrero”, como María Zambrano, Rosa Chacel, Maruja Mallo o Luisa Carnés. Desafortunadamente, el ambiente inestable tanto político como social que se extiende por todo el país cala profundamente en la gente de Madrid. Sin embargo, hay un local selecto, cerca de la Puerta del Sol, donde los problemas y conflictos no cruzan la puerta, es el salón de té “La Moderna”.
Su bollería, pastelería, embutidos, té y café, así como la calidez y esplendor de su decorado, componen un reclamo para muchos madrileños cuyos bolsillos pueden permitirles el lujo de disfrutar de su excelencia: familias de clase media y alta, militares, actores, funcionarios, oficinistas, empresarios...Pero hay otras personas que apenas llegan a fin de mes y que pasan más tiempo que nadie en el distinguido salón de té: sus empleadas. Embutidas en sus uniformes atienden a la clientela deambulando como de puntillas, sonriendo y evitando hablar con los clientes más de lo necesario. Estas son las protagonistas de esta historia.