Parece mentira que algo cuya composición sea un 95% agua pueda parecerse a un calabacín. Si una persona que no sea científica se para a pensarlo, no le encuentra explicación teniendo en cuenta su apariencia. Pero es así, como puedes comprobar en la tabla que detalla su composición. Exactamente, 96,5 gramos de cada 100 gramos que ingerimos son agua. Y esto es un detalle fundamental a tener en cuenta para saber cocinar lo mejor posible esta verdura tan saludable que tiene tanta presencia en los hogares. Entender su composición te ayudará a comprender mucho mejor estos trucos para cocinar el calabacín correctamente.
Dentro de las verduras, y por extensión con las frutas, hay un nutrido grupo de ellas que cuanto menos se cocinen más propiedades nutritivas guardan, y el calabacín es uno de esos casos. Así que el primer truco para prepararlo bien es recomendar su consumo crudo a la vez que cocinas algo en el vaso principal.
La mejor fórmula para tomarlo crudo

En cuanto a comerlo crudo, no pienses que vamos a sacar otra vez el manido tema de los crudités por muy saludables que sean, no. Somos conscientes de que te pueden aburrir mucho. Hay otros trucos que seguramente te convenzan mucho más como el de hacer noodles o espaguetis de calabacín crudo, picarlo en taquitos muy pequeños que se puedan incorporar en ensaladas con base como el cuscús, tipo tabulé, o el de optar por laminarlo muy fino y utilizarlo tipo carpaccio, como base de una tapa en la que añadas queso y tomate, un poco de pulpo o cualquier otra combinación que le vaya bien a esta verdura.
Importante en caso de que vayas a probar a hacer los espaguetis que te hagas con una herramienta para ello. Se llama ‘spiralizer’, aunque se ha españolizado de diferentes formas -espirilizador, espirulizador, espiralizador…-, ninguna aceptada por la RAE todavía.
En caso de que sí lo vayas a cocinar, el truco es optar siempre por la técnica mejor que le vaya al alimento, y en caso de variar y optar por otra, controlar siempre el tiempo de cocción. El calabacín, de hecho, es una verdura con tanta agua que si se la cocina en agua se ablandaría en exceso, porque tiende encima a absorber más líquido. Por eso, el mejor truco en este caso es dejar el calabacín cocido exclusivamente para hacer cremas.
Si los salteas, tienes que tener en cuenta que tarda más en ponerse a punto que otras verduras, por lo que es mejor echarlo siempre al principio, justo después de pochar la cebolla si es que la receta que vayas a hacer la lleva. Ambas verduras combinan muy bien, como se demuestra en platos sencillos como el zarangollo murciano, así que puedes insistir sin miedo en esta mezcla.
Es importante, además, que tengas en cuenta que suele guardar el bien el calor, por lo que se sigue cociendo ligeramente una vez lo apartes del fuego, así que es una buena idea retirarlo del fuego cuando esté al dente. Por otro lado, como ocurre con la gran mayoría de verduras, es importante que controles la temperatura del fuego, siendo mucho más gustoso el resultado en boca de un calabacín que se hace en una velocidad media, sin riesgo de dorarse más de la cuenta en caso de que te despistes.

Su composición rica en agua explicada en los primeros compases del texto influye también en la cantidad de aceite adecuada que se debe utilizar si lo que se pretende es hacerlo a la plancha, una manera muy habitual (y rica) de cocinar el calabacín. Al tender a la hidratación, si utilizas mucho aceite, el calabacín lo absorberá, y su carne es tan sencilla de penetrar que el aceite se meterá por todos lados, dejando una textura muy distinta a la esperabas porque se habrá bañado, literalmente, en aceite.
Al horno es otra técnica en la que el calabacín queda muy bien y no conlleva demasiada dificultad. Ya optes por rellenarlo por carne picada, queso, atún, tomate o por cualquier otra forma de hornearlo, lo más importante es que conozcas muy bien tu electrodoméstico para tener claro el punto exacto en el que retirarlo. En este caso, por cierto, no peles la verdura, porque además de perder los nutrientes que hay en ella, corres el riesgo de pierda consistencia al cocinarse, algo que no interesa en el caso de los calabacines rellenos. Un truco para darle vidilla en el horno sin recurrir al queso ni a ningún otro alimento graso, es condimentar el calabacín laminado ya en la bandeja del horno con una mezcla de especias al gusto -pimentón, tomillo, orégano y albahaca, provenzales, etc.-.
Por último, dos trucos más para cocinar el calabacín correctamente que no suelen verse a menudo son el de comerlo previamente encurtido, de una manera similar a las clásicas verduras encurtidas como el pepinillo, y otra es el de freirlos, una vez laminados, en abundante aceite muy caliente, al estilo de las berenjenas cordobesas.
Cualquier truco es bueno si sirve para fomentar el curso de alimentos tan saludables y nutritivos como el calabacín.