9 claves para no ser competitivo

Competir para alcanzar una meta es bueno. Aquí tienes los trucos para ser un vencedor consciente.
9 claves para no ser competitivo

Desde pequeños estamos compitiendo con nuestros amigos, hermanos, desconocidos... y en muchos casos, lo que debería ser una competencia sana, roza los niveles de toxicidad. Nunca debemos dejar que la competencia se vuelva insana, porque en ese momento, toda nuestra vida girará en torno a esa competición. Muchas veces, la sociedad es quién crea estas competiciones; quién es el estudiante más inteligente, quién es el trabajador del mes... Pero nosotros mismos también podemos crear competiciones, que muchas veces residen en nuestra cabeza; quién es el hijo favorito, qué amiga liga más... 

Desarrollando una competición sana desde pequeños, aprendemos habilidades como la empatía, a respetar los turnos o trabajar en equipo. Lo importante es disfrutar de la experiencia y sacar un aprendizaje de esa competición. Y muy importante, saber en todo momento que la vida real no se trata de una competición con nadie, solamente contigo mismo.

Aprende a perder

Si te ‘mueres’ por ser la mejor, no te gusta perder ni al parchís o vives en una eterna pugna, puede que esa cualidad deseable, ser competitivo, acabe convirtiéndose en tu peor pesadilla. ¿El problema? Acertar con ‘la dosis’. “Cierta rivalidad es sana y recomendable, ya que ayuda a alcanzar objetivos y potencia el desarrollo de la personalidad”, explica Beatriz González, directora de Somos Psicología y Formación. Pero, ¿y si es desmedida? “Cuando no se tolera perder, aparece la frustración, el resentimiento, la ira e incluso la agresividad”.

No te obsesiones con ganar

No te obsesiones con ganar y llegar a la meta porque así no podrás disfrutar del camino (te vas a perder muchas cosas).  

No conviertas tu vida en un concurso

Aunque esté socialmente aceptado que haya personas que conviertan su vida en un concurso en el que siempre hay rivales a batir, lo cierto es que este comportamiento ocasiona a la larga vacío vital (la soledad del vencedor), produce malestar emocional (insatisfacción profunda, depresión o ansiedad) y se convierte en algo negativo. “Al querer lograr objetivos a cualquier precio, son capaces de dañar las relaciones sociales o familiares y solo se quedan con las basadas en el interés”, explica la psicoterapeuta. Además, suelen llevar una máscara que oculta patologías psicológicas que requieren tratamiento. “Tienen un profundo miedo al fracaso, un temor irracional de no ‘llegar a ser alguien’. Estas personas suelen necesitar que se les reconozcan los logros para sentirse queridas. También puede haber detrás de ellas una visión egocéntrica del mundo, un profundo narcisismo o una demanda enfermiza de atención”.

Alégrate del éxito de los demás

Valora el éxito 
de los demás. Reconocer la victoria del otro ayuda a cambiar y conseguir una mejor versión de ti mismo.

Acepta el fracaso

Acepta el fracaso. Hay que asumir que no somos los más guapos ni los más listos, y que las cosas no siempre suceden como queremos.

Analiza la meta

“Plantéate esta pregunta: ¿por qué lo quiero conseguir? 
¿Buscas notoriedad? ¿Reconocimiento o aceptación? Cambia de objetivo.

No consideres al otro como un rival

“Piensa que es un punto de referencia y que juntos podéis alcanzar logros comunes”.

Eres el mejor

Pero no en todo. Incluso tu equipo de fútbol pierde. Entonces, ¿por qué no lo vas a hacer tú? No siempre es posible ganar. En todos los ámbitos de la vida va a haber alguien que te pueda a superar. Recuerda: el triunfo no es la única opción, hay que tener expectativas razonables y practicar una rivalidad sana, “la que busca el bien común, no destruye el bienestar y acepta el fracaso como parte fundamental del crecimiento personal”.

Establece prioridades

Redefine prioridades, así como el concepto de éxito, y toma decisiones movidas por cosas que 
te importen.

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