Siempre se dice que las mujeres somos nuestras peores enemigas. ¿Cuánta verdad hay en ello? ¿Qué hay detrás de la rivalidad en una amistad? ¿Y, si es así, qué 'dice' de nosotras?
Un cliché clásico...
¿Cuántas veces has oído eso de que 'las mujeres somos nuestras peores enemigas', de que no entendemos la amistad sin cierta dosis de rivalidad? ¿De verdad es así? La psicóloga madrileña Victoria Cadarso explica: "Realmente somos enemigas de otras mujeres cuando competimos por algo (un chico, un trabajo, algo que deseamos, etc.). En ese caso, tenemos como objetivo quitar de en medio a la rival como sea, normalmente intentando degradarla de alguna manera, desacreditarla. Los hombres también compiten y pueden fastidiar al rival, pero como se comunican menos entre ellos son más de pasar a la acción y enfrentarse directamente".
Es decir, que las mujeres nos enfrentamos entre nosotras cuando competimos por algo que anhelamos; solo -tal vez- nos diferenciamos de los hombres en la estrategia empleada.
Por ahí -realmente- pueden venir los problemas entre dos buenas amigas si se da el caso de que una de ellas no tiene un buen concepto de sí misma, se compara con la otra y se siente inferior. Entonces, puede percibirse a la otra como una rival cuando realmente no lo es.
"Somos nuestras peores enemigas, tanto de nosotras mismas como frente a las otras mujeres, cuando tenemos una baja autoestima. En esos casos siempre nos medimos y, de alguna manera, sentimos que estamos por debajo de la otra persona; y, como eso duele, pues intentamos sacar el dolor atacando a la otra", dice la psicóloga.
¿Cómo podemos evitarlo? Lógicamente, queriéndonos, aceptando nuestras limitaciones no como disfunciones, sino como parte imprescindible de nuestra personalidad, de ese ser único que todos somos.
"Si desarrollamos nuestra autoestima, aprendemos a confiar en nuestro propio potencial y desarrollamos nuestro mejor yo, no tendremos la necesidad de medirnos frente a la otra persona y podremos colaborar y ser las mejores amigas", añade Cadarso.
"No. Porque supone un conflicto, enfrentamiento y oposición, sobre todo cuando conlleva que ambas partes quieren lo mismo o cosas diferentes y no se ponen de acuerdo. En estos casos, hay que aprender a negociar y llegar a acuerdos. Cuando no se habla abiertamente, bien porque se tiene miedo a la ruptura de la amistad o porque uno no se atreve a enfrentarse, la comunicación verbal deja de fluir y empiezan los gestos extraños, los comportamientos diferentes, etc.".