Las vacaciones son ese tan ansiado período de descanso que en el contexto hotelero, a menudo se vinculan con deliciosos banquetes de comida, especialmente denominados con la palabra 'buffet': un banquete desenfrenado donde la comida y la bebida fluyen sin restricciones. Sin embargo, es probable que alguna vez te hayas preguntado cómo los hoteles permiten a sus huéspedes disfrutar de estos opulentos banquetes sin que esto afecte su flujo de ingresos. Pues bien, aquí es donde entra en juego el "truco de los tres días" que muchos hoteles ponen en práctica.
A diferencia de lo que comúnmente se cree, los hoteles no ven disminuidas sus ganancias con los buffets. Un análisis realizado por el medio The Hustle lo confirma, revelando que un solo chef de buffet tiene la capacidad de atender a 200 comensales en una hora, en comparación con la modesta cifra de 25 clientes que podría atender un restaurante convencional.

La estrategia detrás del "todo incluido"
Decantarse por el régimen con todo incluido suele ser la elección predominante entre los viajeros que buscan comodidad y ahorro en sus vacaciones. Aunque piensen que el "todo incluido" es una ventaja, los hoteles han perfeccionado el arte de obtener beneficios a través de esta opción. Esto se manifiesta claramente en las estrategias de los buffets, donde se emplean diversas tácticas fundamentadas en la psicología del marketing para garantizar un control eficiente de los costos.
Al tercer día el consumo cambia
Los buffets son irresistibles para los huéspedes, quienes ansían explorar diversas opciones y encontrarse con una abundancia de comida que pueden disfrutar a su antojo, maximizando así su experiencia. Ahora bien, te preguntarás cómo se logra que esto sea rentable.
En primer lugar, se organiza estratégicamente el buffet: opciones asequibles, como patatas y pizzas, en la primera fila, y platos gourmet, como trufas, foie y ostras, reservados para las filas más profundas o restaurantes internos del hotel. De esta forma, se guía sutilmente las elecciones de los comensales, influyendo en sus selecciones y limitando los costos para el hotel.

No obstante, al llegar al tercer día, se observa un cambio notable en los hábitos de consumo: los clientes tienden a relajarse, consumir menos y optar por opciones más saludables, un hecho que los hoteles conocen bien.
Otros trucos y estrategias detrás de los buffets
En el mundo hotelero, la optimización del buffet va más allá del "truco del tercer día". Los hoteles implementan tácticas ingeniosas para maximizar tanto la experiencia del comensal como sus propios beneficios. Expertos en marketing hotelero mencionan estrategias adicionales, como incrementar la presencia de pan en el buffet para satisfacer a los comensales, ofrecer alimentos fuera del buffet a un costo adicional y aplicar tarifas separadas para las bebidas.
Además, se emplean platos pequeños para crear la ilusión de porciones generosas y se utilizan cucharas grandes para alimentos económicos, mientras que se recurre a pinzas para productos más costosos. Estas estrategias manipulan la percepción visual y las decisiones de los comensales, logrando que se sirvan cantidades menores de los productos más caros.
La próxima vez que te enfrentes al tentador buffet de un hotel, recuerda el "truco de los tres días".