El cerebro y el intestino están estrechamente conectados, lo que significa que, si el intestino se ve afectado, el cerebro también y viceversa.

Es muy común decir que algo se nos ha hecho bola o que tenemos un nudo en el estómago que nos hace perder el apetito, ir más o menos al baño... ¿Por qué sucede esto? Por la somatización.
Para que nos entendamos, la somatización es la aparición de síntomas físicos recurrentes que no tienen causa física justificada. Es la forma que tiene el cuerpo de manifestar que algo no va bien o que algo no se está procesando y gestionando en la forma adecuada. Por tanto, si no se digieren bien las emociones, el tránsito intestinal también lo sufrirá.
Las emociones en el sistema digestivo
Hay ciertas sustancias como el alcohol, los fritos, las comidas muy picantes... que irritan los capilares intestinales produciendo diversa sintomatología digestiva. Sin embargo, no se ha hablado mucho del impacto que tiene el estrés o las acumulaciones de emociones mal gestionadas o bloqueadas que se somatizan y manifiestan en nuestro organismo en forma de inflamación intestinal, hinchazón abdominal, gases, diarrea, estreñimiento...
A través de un ejemplo se puede entender mejor la somatización: imagínate que llevas unos días muy estresantes en el trabajo y te está superando. Te estás exigiendo mucho a ti mismo y no lo quieres hablar con nadie. En tal caso, lo más probable es que estas emociones mal gestionadas, se somaticen y, por tanto, el cuerpo lo manifieste con dolor de estómago y gases, entre otros.
Qué síntomas provoca la somatización
La forma en la que tiene el cuerpo de expresar su incomodidad ante una situación mal gestionada es diferente en cada persona, pero lo que más se destaca son los problemas gastrointestinales como dolor abdominal, hinchazón abdominal, inflamación intestinal, meteorismo, diarrea, estreñimiento...
También se somatiza a través de otros síntomas como: dificultades respiratorias y cardiacas (mareos, taquicardia, sensación de ahogo...), problemas sexuales (falta de lívido, pérdida de apetito sexual...), afecciones neurológicas (amnesia, debilidad muscular...).
¿Cómo puedo disminuir la somatización?
Tu cuerpo te habla, escúchale. Por eso, prestarle atención y seguir estos consejos te ayudarán a disminuir la somatización:
Evita el estrés
El cortisol es la hormona del estrés y está relacionada no solo con el bienestar emocional, sino con el bienestar físico.
Vivimos en un constante estrés, y lo que ocurre es que el estrés es un mecanismo de defensa que prepara el cuerpo para defenderse de las amenazas. Como activa recursos adicionales del organismo, esto conlleva a que el cuerpo deje de lado ciertas funciones menos importantes en ese momento, como las digestiones, para poder tener energía suficiente para hacer frente a la amenaza.
Intenta identificar las situaciones o entornos que te generan mucho estrés e intentar gestionarlos lo mejor que se pueda es vital para reducir la sintomatología.

Cuida de tu microbiota
En la actualidad existen numerosos estudios que evidencian que el aparato digestivo es el segundo cerebro y que mantener el equilibrio de la microbiota (conjunto de microorganismos en el intestino que forman parte de múltiples funciones importantes para nuestro organismo) influye, no solo en los procesos de digestión, sino también en la calidad de nuestros pensamientos, emociones y descanso.
Si sufres de dolor de estómago, digestiones pesadas, hinchazón abdominal... puede ser un síntoma de alerta de que algo no funciona del todo bien y sugiere que la microbiota está sufriendo un desequilibrio.
Para cuidar de nuestra microbiota, es recomendable llevar un patrón dietético lo más parecido a la mediterránea, es decir, consumir frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas y grasas saludables como el aceite de oliva.
Cambia tu estilo de vida
Hay ciertos factores, como la alimentación, el ejercicio físico, el contacto con la naturaleza... que son primordiales para gozar de una buena salud.
Tu salud, humor y bienestar van de la mano e influyen en el funcionamiento de tu intestino, y viceversa. Por ello, tener una mente despejada y calmada, hará que tu aparato digestivo también lo esté.
Mantén rutinas
Los cambios de rutinas como: cambios de horarios, cambios de alimentación, cambios de ambiente... repercuten en nuestro bienestar. Y cuando seguimos una rutina nuestro cuerpo tiende a funcionar mucho mejor.
Mantener el equilibrio entre tus emociones y salud intestinal es la clave para mejorar tu calidad de vida. Recuerda que el cuerpo habla lo que la mente o boca calla.