Hay veces que al ir a hacer la compra al supermercado vemos alguna oferta interesante en la pollería y compramos pollo como para un regimiento. Al llegar a casa toca decidir qué congelar y qué dejar en la nevera en función del plan semanal de comidas, uno de los mejores consejos que existen para comer de forma equilibrada y saludable.
La cuestión es que el plan puede sufrir algún cambio y entonces el pollo que pensabas cocinar y comer mañana, por ejemplo, tiene que pasar más horas en el frigo de las que debería. Entonces, llega la doble pregunta del millón con respecto a este alimento: ¿cuántas horas dura bien en la nevera sin cocinar el pollo? ¿Y si lo cocino, dura más tiempo?
Menos de 48 horas
Según los organismos especializados en salud y todos los expertos en alimentación, el pollo no debería estar en la nevera más de uno a dos días sin cocinarse. Mejor 36 horas que 48, de hecho. Es más, llegado a ese punto, incluso antes, verás como empieza a oler de forma sospechosa y desagradable.
Este olor no suele aparecer en caso de que la carne de pollo haya sido cocinada de la manera que sea, sino que suele mostrar que se deteriora un poquito después, alrededor del tercer día, puede que del cuarto. Sin embargo, esto no quiere decir que sea recomendable consumirla más allá del segundo día en la nevera. Así lo advierte la dietista nutricionista Blanca García-Orea, que cuenta con más de medio millón de seguidores en Instagram por su labor divulgativo: “No se debería consumir una carne de ave ni CRUDA ni COCINADA que lleve más de 1-2 días en la nevera MÁXIMO!!”, indica.
El motivo que explica por qué no se debe consumir el pollo más allá de los dos días ni siquiera cuando está cocinado es la bacteria Campylobacter, que está presente en la carne cruda de todas las aves. “Es la responsable de las principales intoxicaciones alimentarias en la Unión Europea”, apunta García-Orea, que explica que esta bacteria tiene una “alta capacidad para dispersarse en las superficies a la hora de manipular la carne cruda del pollo o del pavo, tanto en la separación de la carne antes de su venta como en las propias cocinas de nuestras casas”.
Además de recomendar que no hagamos diferencias entre la carne de pollo cocinada y la que no lo está en cuanto a la fecha límite de consumo desde la compra de la misma, ha compartido otros consejos esenciales para garantizar la seguridad alimentaria si comemos pollo, pavo o cualquier otra carne de ave en casa. Por un lado, recuerda que “hay que cocinar la carne de ave completamente para que no queden partes crudas y evitemos riesgos de intoxicación” y, por otro lado, incide en la importancia que tiene no lavar “nunca” la carne de ave “porque las bacterias que pudiera tener se esparcirían por las superficies de la cocina.
De esto último advierten siempre que tienen ocasión todos los divulgadores especializados en alimentación y seguridad alimentaria, como por ejemplo Miguel Ángel Lurueña, doctor en Ciencia y Tecnología de Alimentos, que confirma lo explicado por Blanca García-Orea: “Lavar el pollo favorece la dispersión de bacterias patógenas por toda la cocina (superficies, utensilios, alimentos...), especialmente de Campylobacter, la bacteria que provoca más casos de enfermedad alimentaria en Europa”.
García-Orea, además, explica que la carne de ave tiene que estar separada de otros alimentos, “especialmente de la fruta y la verdura”, cuando la conservamos en la nevera sin cocinar. “Mejor en tupper independiente”, añade al respecto. Y también aclara que dentro del plazo recomendado de consumo de la carne de pollo (1-2 días), “debería recalentarse completamente a altas temperaturas antes de volver a consumirla” y solo por una vez, no más veces. “Intenta sacar la cantidad justa para que no sobre y no tengas que volver a guardarla y recalentarla”, recomienda la dietista nutricionista. Puedes, por ejemplo, optar por congelar en porciones independientes.
La única excepción para la regla no escrita de consumir el pollo antes de las 48 horas cuando está cocinado también la representan los productos al vacío, que duran todo el tiempo que diga el fabricante en el envase del producto en cuestión. “Sin embargo, con respecto a las BANDEJAS de pollo o pavo que encontramos en las neveras de los súper, yo no haría caso a la fecha de caducidad. Es fácil romper la cadena de frío del súper a casa o incluso en el propio súper”, concluye Blanca García-Orea en su interesantísimo post acerca de la carne de pollo del que nos hemos hecho eco para elaborar esta pieza.