El romesco, esa salsa originaria de la región de Cataluña, es un verdadero manjar que merece ser conocido y disfrutado en todo el mundo.
Con su combinación única de frutos secos, tomates, pimientos y especias, el romesco agrega un toque de sabor especial a una variedad infinita de recetas.
Tiene sus raíces en la cocina catalana, específicamente en la región de Tarragona, donde se dice que fue creado por los pescadores locales como acompañamiento para el pescado fresco.
Originalmente, la receta básica del romesco consistía en una mezcla simple de almendras, avellanas, tomates, ñoras (pimientos secos) y aceite de oliva, todo triturado hasta obtener una textura cremosa.
Sin embargo, con el tiempo, ha evolucionado y se ha adaptado a diferentes preferencias. A sus ingredientes se han añadido algunos como el ajo, el pan tostado, el vinagre o el pimentón para intensificar su sabor y mejorar su consistencia.
Hoy en día, el romesco se ha convertido en un elemento básico en la cocina española y es apreciado por su sabor original.
Además, esta salsa también ofrece una serie de beneficios para la salud. Al estar hecho principalmente de frutos secos y verduras, el romesco es rico en grasas saludables, proteínas, fibra y una variedad de vitaminas y minerales esenciales.
Las almendras y las avellanas, en particular, son una excelente fuente de vitamina E, magnesio y ácidos grasos omega-3, que son conocidos por sus efectos positivos en la salud del corazón y el cerebro.
Por otro lado, los tomates y los pimientos rojos son ricos en antioxidantes como la vitamina C y el licopeno, que ayudan a combatir los radicales libres y a mantener un sistema inmunológico saludable.
Además, el romesco es naturalmente bajo en carbohidratos y no contiene gluten, lo que lo convierte en una opción ideal para personas con dietas especiales o restricciones alimentarias, como es el caso de los celíacos.
Sin embargo, ahora que ya conoces algo más sobre este tradicional aderezo, pensarás para qué puedes utilizarlo. Pues, aunque es una salsa que marida con numerosas comidas, su uso por excelencia es con las verduras.

Su textura cremosa y su sabor ligeramente ahumado complementan perfectamente con la frescura natural de estos vegetales. Ya sea que se sirvan crudas, al vapor, asadas o a la parrilla, se transforman en una delicia gourmet con solo un toque de esta exquisita salsa.
Es en especial con los calçots donde tiene su lugar asignado. La combinación entre ambos productos es una verdadera tradición culinaria en la región catalana, especialmente durante la temporada de invierno y primavera cuando los calçots están en su mejor momento.
Durante este tiempo, se organizan numerosas "calçotadas", eventos donde amigos y familiares se reúnen para disfrutar de este delicioso producto regional.
Estas hortalizas son una variedad de cebolla tierna típica de esta zona de España, que se asan a la parrilla hasta que están tiernos por dentro y ligeramente carbonizados por fuera.
Una vez estén hechos, se sirven en grandes bandejas y se consumen tradicionalmente con las manos. Los comensales pelan las capas externas carbonizadas y sumergen el calçot en la salsa romesco antes de saborearlo.