¿Hasta dónde llegarías por amor?

La Infanta Cristina ha soportado una imputación; la ex de Strauss-Khan aguantó 13 meses desde que salieran a la luz los escándalos sexuales de su marido… ¿Son mujeres enamoradas  o sólo cumplen con el que creen que es su deber?
¿Hasta dónde llegarías por amor?

La Infanta Cristina en el banquillo; la ex de Strauss-Khan aguantando 13 meses desde que salieran a la luz los escándalos sexuales de su marido… ¿Son mujeres enamoradas o solo cumplen con el que creen que es su deber?

Cuando el juez José Castro anunció, en enero de 2014, que la Infanta Cristina estaba definitivamente imputada en el Caso Nóos y que, por tanto, debía declarar en los juzgados de Palma, fueron muchos los que pensaron que las cosas nunca deberían haber llegado tan lejos. Cuatro años después de la imputación de Iñaki Urdangarin, el precio que Cristina ha pagado por permanecer al lado de su marido ha sido carísimo: pérdida de prestigio (el suyo propio y el de la institución a la que pertenece), distanciamiento de los Príncipes de Asturias, cuestionamiento permanente por parte de la opinión pública...

Por si esto fuera poco, más tarde se publicaron correos íntimos de Iñaki Urdangarin en los que no quedaba lugar a dudas: su marido, ese al que ha defendido con uñas y dientes ante el mundo y ante su propia familia, le había sido infiel. Entonces, ¿por qué no lo deja?, ¿por qué se empeña en permanecer a su lado? Lo mismo nos preguntamos cuando supimos de las andanzas del expresidente del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Khan, y vimos cómo su fiel Anne se empeñaba los primeros meses en permanecer, leal e inquebrantable, a su lado. ¿Amor incondicional? ¿Ceguera para ver la realidad? ¿Qué es lo que tienen estas mujeres exactamente en su interior?

Hasta dónde llegarías por amor

Dependencia emocional

"Partiendo de que cada persona es un mundo y ninguna pareja es igual a otra", explica José Luis Martínez, psicólogo clínico de OptimaMente, hay rasgos comunes en las mujeres que aguantan tanto (y digo mujeres porque ellas son mayoría): uno es la intensidad emocional a la hora de amar; el otro que no andan bien de autoestima, y por ello suelen ser dependientes y tienden a vivir en función de los demás (“yo solo existo o yo solo soy yo si tú me quieres”, sería el caso extremo)”.

Por eso, las mujeres que adoptan este rol en la relación se aferran a ella: porque lo que está en juego no es solo su amor, sino la imagen que tienen de sí mismas  (y aquí entraría también la imagen de familia feliz por la que muchas han luchado y que no están dispuestas a romper). Los enganches emocionales “son siempre inconscientes y en ellos no interviene nunca el raciocinio”, dice el experto. Eso explicaría por qué algunas mujeres, aun sabiendo que deberían poner fin a una relación que las hace desdichadas, posponen constantemente el momento de tomar una decisión al respecto.

"Los mecanismos psicológicos que hay detrás de eso son complejos, pero básicamente se resumen en que la angustia y la ansiedad que produce el solo hecho de imaginar una ruptura, son más difíciles de llevar que ese presente difícil en el que están viviendo”, cuenta Martínez. La ceguera o negación de la realidad tiene mucho que ver con eso (ya lo dice el refrán: no hay más ciego que el que no quiere ver) y eso explicaría que, lo que desde fuera se ve como una infidelidad clara, por ejemplo, desde dentro de la relación se viva como una conspiración contra la pareja (idea que, de paso, vendría a reforzar la unión entre sus miembros, dándose la paradoja de que, en tiempos tumultuosos, ellos estén más unidos).

Hasta dónde llegarías por amor

Pero no siempre se trata de amor. A veces, entre dos personas que comparten su vida hay toda una amalgama de intereses, no necesariamente sentimentales. Así, el estatus social y económico sería primordial para mucha gente, y mantenerlo estaría por encima de conceptos como la dignidad o el respeto hacia uno mismo. También se da el caso, entre ciertos círculos, de cosas que estén por encima de eso: un proyecto ambicioso, un reto profesional-personal que casi justifique una vida.

Ese podría ser el caso de Hillary Clinton, que soportó que todo el planeta supiera de los escarceos de su marido con Monica Lewinsky y no se divorció, pese a las críticas que recibió desde ciertos sectores feministas -y femeninos-. “Está claro -comenta Martínez- que para su futura carrera hacia la Casa Blanca le convenía más estar al lado del entonces Jefe del Ejecutivo”. ¿Y Anne Sinclair, la otrora mujer de Strauss-Kahn? ¿Por qué una de las periodistas políticas más exitosas de Francia, y millonaria de cuna, jugó el papel de esposa comprensiva durante 13 largos meses?

Según confesaron desde su círculo de amistades, además de cierto rol aprendido sobre su deber como esposa (y que por diversas razones aqueja más a las altas esferas), entre las ambiciones de Anne Sinclair habría una mayor que la de llegar al Elíseo como cónyuge, y esa sería que una familia judía, víctima en su día del nazismo, hubiera contribuido con su apoyo personal y con su fortuna a la llegada al poder de uno de los suyos.

Así las cosas, es inevitable plantearse cuántos hombres poderosos han hecho lo mismo que ellas, pero la lista es reducida, y en ella apenas destaca Nicolas Sarkozy cuando aún estaba con su anterior esposa. Cecilia le había sido infiel y él la perdonó y fueron juntos hasta el Elíseo, pero a los pocos meses ella, genio y figura, volvió con su amor y dejó al presidente plantado. Si éste se quedó muy triste nunca lo sabremos, pero lo cierto es que muy poco después presentaba a Carla Bruni como la nueva Madame Sarkozy.

Hasta dónde llegarías por amor

Afortunadamente, cada vez son más las mujeres que anteponen su propia dignidad a rancios modelos que, con coartadas como "el saber estar" favorecen claramente al hombre. Sandra Bullock, Maria Shriver Kennedy (ex de Schwarzenegger), Estefanía de Mónaco, la mujer de Tiger Woods... decidieron romper con quien las había traicionado y humillado. Ese no parece ser el caso de Valérie Trierweiler, que, según se ve claramente en sus memorias, consintió los vaivenes de Hollande hasta que salieron a la luz y éste cortó.

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