La arcilla es, sin duda, uno de los ingredientes naturales que más beneficios puede aportar a la piel.
La arcilla destaca por ser cicatrizante, refrescante, descongestionante, purificadora, desinflamante y regeneradora celular. Por eso es perfecta para limpiar nuestra piel a fondo y devolverle luz y tersura tras el verano.
Y es que la exposición excesiva al sol, la sal o el cloro, así como la polución y los aires acondicionados hacen que la piel se apague y se reseque. Si a eso le sumamos que durante el verano descuidamos un poco nuestra rutina de limpieza, aún se hace más necesaria la arcilla.
Tipos de arcillas
Según sea nuestro tipo de piel o lo que queramos conseguir, emplearemos un tipo de arcilla u otro:
- La blanca es exfoliante y elimina toxinas a parte de tonificar.
- La amarilla es perfecta para pieles sensibles, así como si queremos rejuvenecer la piel, pues tiene muchos nutrientes, calma, descongestiona y regenera la dermis.
- La verde destaca por sus propiedades antibacterianas y está recomendada para pieles con tendencia acnéica así como aquellas que necesitan una limpieza en profundidad y equilibrar los niveles de grasa.
- La arcilla roja tiene propiedades revitalizantes y suavizantes, aunque no se recomienda si hay inflamación (acné, por ejemplo).
Si queremos añadir aún más beneficios a nuestra mascarilla, podemos optar por comprar aquellas que complementan la arcilla con más ingredientes, como el aceite de jojoba o la manteca de karité, que hidratan y suavizan; la esencia de menta, para refrescarla y tonificarla; el aceite esencial de geranio, que suaviza, calma y relaja; o el aloe vera, antiinflamatorio, calmante e hidratante.
Otra opción es añadir nosotros mismos a la mascarilla aceites esenciales según nuestras necesidades.
A la hora de aplicar la mascarilla, lo mejor es o bien con los dedos o con una brocha delgada. También debemos procurar que sea una capa gruesa y sobre todo que no entre en contacto con ojos y labios. La dejaremos actuar durante 10 minutos evitando que se seque (para ello la iremos humedeciendo con una toallita o algodón).
La retiramos con agua templada; primero mojamos suavemente la cara para empezar a deshacerla y después nos ayudamos de una esponja o una toalla húmeda para retirarla completamente.
Una vez aclarada la mascarilla de arcilla, se recomienda aplicar serums y cremas que no sean muy abrasivas con la piel, aportando calma e hidratación a la piel. Se recomienda utilizar esta mascarilla una vez a la semana para ver más resultados.