Siete consejos de una psicóloga para seguir adelante después de una ruptura sentimental

Una de las experiencias más difíciles de encajar en la vida es la de vivir una ruptura sentimental. Afrontar esta situación no es un proceso fácil ni agradable. 

"Además, después de los 50, se vive de una forma más intensa", asegura Lorena Honrubia, psicóloga y cofundadora del centro Serendipia Psicología. 

Y añade: "Muchas veces está relacionado con la llamada ‘crisis de mitad de vida’, donde la persona se replantea su trayectoria de vida en relación con sus valores, creencias e ideales".

¿Quién lo ha decidido?

Sin duda, no es lo mismo dejar a que te dejen. “Cuando se acaba una relación, la persona que es dejada lo suele pasar peor que la que deja y el principal motivo es porque es una decisión que no ha tomado y, en muchas ocasiones, es inesperada". 

"Ante esto –continúa la experta–, tiene que asimilar la decisión de la otra parte y aceptarla. No es algo fácil, porque se deben asumir muchas cosas en poco tiempo”. 

En este sentido, la persona que deja, normalmente, “suele llevar un proceso reflexivo previo para la toma de esa decisión. Aunque esto no implica que sea más fácil hacerlo”.

Miedo a la soledad

Más allá de quién toma la decisión de dar por terminada una relación, según Honrubia, “el principal temor que puede venirnos es el hecho de quedarnos solas". 

El no tener con quién compartir distintos momentos, charlas o tiempo. Esto puede llegar a crearnos un gran vacío emocional.

Aparte, “también se puede tener la sensación de fracaso al haber apostado por algo que no era para toda la vida, como así creíamos”, apunta la psicóloga. 

Además, es habitual que “nos invada el pensamiento de no saber qué hacer con nuestras vidas a estas alturas o de no volver a encontrar el amor”.

No te dejes llevar

El fin de un período de la vida conlleva un proceso de adaptación, el cual será más o menos largo y difícil en función de innumerables factores. 

Ahora bien, de lo que no hay duda es de que seguir los consejos de expertos como la psicóloga Lorena Honrubia puede ser una valiosa ayuda para tomar las riendas de tu nueva vida. 

La experta aporta siete herramientas emocionales para afrontar el fin de una etapa y el inicio de otra. A continuación las puedes descubrir.

Date tiempo

Seguramente, habrás escuchado que el tiempo lo cura todo. Y es cierto, en parte. El tiempo lo cura, sí, pero debe ir acompañado de un cambio por dentro. Sin ese cambio, nos quedamos estancadas.

¿Quieres llorar? Hazlo

Deja fluir todas la emociones que te vengan. Puede que, en un mismo día, estés triste, enfadada y te rías. Tranquila, no te estás volviendo loca. Es un proceso normal, simplemente, hay que dejarlo actuar.

Vuelve a encontrarte

Es momento de encontrar esas actividades que te dan satisfacción y cubrir el tiempo extra que tienes para ti. De esta forma, verás cómo la sensación de soledad será menor.

Crea rutinas nuevas

Aprender a hacer tus propias rutinas sin tener en cuenta al resto. Es una de las ventajas de ser libre, sin ataduras. Marcas tu ritmo, tus rutinas y tus horarios.

Amplía tus amistades

Puede que tu círculo de amistades esté muy vinculado a tu pareja o tenga otro ritmo y te sientas apartada o fuera de lugar. Es hora de buscar nuevas amistades. Una forma es apuntarte a grupos de personas divorciadas de tu rango de edad.

Cuídate por dentro y por fuera

Aunque al principio no te apetezca mucho, trata de arreglarte, cuidar tu aspecto y hacer ejercicio de forma regular. Esto fomentará la producción de endorfinas y te sentirás mejor.

Trabaja la autoestima

Después de una ruptura, es normal sentirse dolida, dañada y sin muchas ganas de hacer nada. Creer que se ha malgastado el tiempo. Eso no es así. Hay que aprender a disfrutar de la propia compañía. Así se evita el sentimiento de soledad no elegida.

Consejos extra

Un error muy habitual, asegura la psicóloga Lorena Honrubia, “es querer olvidar a esa persona rápidamente con otra. Lo comúnmente llamado ‘un clavo saca otro clavo’”. 

Por otro lado, si la ruptura se ha producido porque lo ha decidido la otra parte, podemos caer en la trampa de creer que debemos esperar a que el otro cambie de opinión.