La veterana actriz Whoopi Goldberg, a sus 68 años, ha decidido abrir su corazón y compartir uno de los capítulos más oscuros de su vida: su batalla contra la adicción a la cocaína.
En sus memorias tituladas, "Fragmentos: mi madre, mi hermano y yo", publicada el 7 de mayo, la intérprete ganadora de un Óscar revela los detalles de una época marcada por la cocaína en el Hollywood en los años ochenta, donde las fiestas rebosantes de drogas eran moneda corriente.
Goldberg relata cómo era recibida en eventos donde un cuenco rebosante de metacualona le daba la bienvenida, con cocaína visible sobre las mesas y encimeras de baños, sin que nadie parpadeara ante ello.
En aquellos tiempos, los invitados se sentían cómodos y relajados, sabiendo que la sombra de la ley no se cerniría sobre las mansiones de los exitosos productores y actores.
Inicialmente, la actriz creía poder controlar su consumo de cocaína, sin percibir la peligrosidad que encerraba. Durante un tiempo, logró mantener su adicción en secreto, incluso asistiendo puntualmente a sus compromisos laborales.
Sin embargo, llegó un momento en que la situación se descontroló y las alucinaciones se apoderaron de ella, enfrentándola a criaturas monstruosas en las sombras de su mente.
Un incidente en un lujoso hotel de Manhattan sirvió como un duro golpe de realidad para Goldberg. Sorprendida por una camarera mientras se refugiaba en un armario para consumir cocaína, se vio confrontada con su propia imagen reflejada en un espejo y su cara llena de cocaína, lo que le hizo tomar la firme determinación de dejar las drogas.
Con valentía, decidió cambiar su círculo social y rechazar las tentaciones que la rodeaban, consciente de que su vida dependía de esa decisión.
Esta no es la primera vez que Goldberg habla abiertamente sobre sus batallas contra las adicciones. En una entrevista admitió haber luchado contra el alcoholismo, llegando incluso al extremo de trabajar únicamente para financiar su hábito.
Sin embargo, como en otras ocasiones, logró superar esa etapa oscura, encontrando la fuerza necesaria para renunciar a las sustancias que amenazaban su bienestar y su vida.
