Cuando hacemos la digestión de una comida muy copiosa o fuerte “solemos tener una sensación de ardor en la boca del estómago y en el pecho, detrás del esternón; además, la boca nos sabe amarga”, explica el doctor Pedro de María Pallarés, de la Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD).
Es lo que se conoce como acidez en el estómago. Para neutralizar esta molestia, dispones de muchos fármacos: los antiácidos, algunos de venta libre y otros con receta, que elevan el pH del estómago (normalmente de 2 a 4) y así neutralizan el ácido estomacal. Sólo están contraindicados “en las personas que padezcan insuficiencia renal”, señala el doctor De María Pallarés, “y en menores de 12 años o embarazadas, a no ser con prescripción médica”, agrega Mari Carmen Magro, vicepresidenta de SEFAC Madrid (Sociedad Española de Farmacia Comunitaria). Existen antiácidos en líquido, comprimidos, polvo para suspensión, cápsulas, tabletas masticables, efervescentes, etc. Elegir uno depende de cada caso. Estos son los consejos de nuestros expertos.
Para los casos leves: sales de acción rápida
Producen un alivio rápido pero de menos de una hora. Por eso, se recomiendan solo si la acidez es un problema puntual (que se produce menos de 4 veces al mes). “Las sales de hidróxido de aluminio, hidróxido de magnesio, almagato, alginato y sucralfato alcalinizan el pH gástrico. Los compuestos que incorporan alginato crean, además, una película protectora para la mucosa estomacal”, explica el doctor De María Pallarés. A algunas de estas sales de aluminio se les añade simeticona, un principio activo que alivia los gases.
¿Cómo hay que tomarlos? “No pueden administrarse con leche, y han de distanciarse al menos media hora de las comidas”, añade Magro. ¿Quiénes deben tener cuidado con ellos? Solo “los diabéticos y celíacos, por los excipientes que contienen”, señala también la farmacéutica.
¿Cuál es el mejor? Depende de qué necesites:
- Sales a base de calcio o sodio. Herederas del popular bicarbonato, son muy efectivas para neutralizar los ácidos estomacales. Entre ellas, están Rennie, Gaviscón, Eno, etc. Solamente si se usan de forma prolongada “pueden aumentar la retención de líquidos y subir la presión arterial”, señala Magro; así que evítalas si tienes estos problemas o si estás embarazada.
- Sales de magnesio. Previenen la acidez y alivian el estreñimiento (controla la dosis justa).
- Sales con aluminio. Se presentan, sobre todo, en gel (tipo Almax). Suelen consistir en una mezcla de aluminio y magnesio, no se absorben y su acción se limita al aparato digestivo, con lo que se minimizan sus efectos secundarios. No obstante, no abuses si tienes osteoporosis. “Deben tomarse, aproximadamente, una hora después de las comidas para no interferir en su absorción”, explica la farmacéutica.
Antiácidos que bloquean la histamina H2
Actúan uniéndose al receptor de la histamina H2 (sustancia involucrada en la respuesta estomacal) y logran que nuestro estómago produzca menos ácidos. “Se ha demostrado que no solo alivian los síntomas sino que también contribuyen a la curación de la mucosa esofágica. En casos de reflujo con predominio nocturno se plantea, habitualmente, su uso”, explica el doctor De María Pallarés. Eso sí, ten en cuenta que no son tan rápidos como las sales, aunque su efecto dura más. Además, “los que tienen como principio activo la ranitidina pueden usarse en niños y personas que toman Sintron, mientras que los elaborados con cimetidina y famotidina presentan más interacciones con otros fármacos”, señala la farmacéutica Mari Carmen Magro.
Inhibidores de la bomba de protones
“Son el pilar fundamental del tratamiento del reflujo (cuando el contenido gástrico pasa del estómago al esófago), la dispepsia (indigestión con ardor), la esofagitis (inflamación del esófago) y las úlceras gastroduodenales”, señala el doctor. Actúan sobre la enzima causante de la acidez, inhibiéndola de forma irreversible. Su efecto dura más horas que el del resto de los tratamientos, sobre todo si se toman de 30 a 60 minutos antes del desayuno. Y son muy seguros, por lo que “se prescriben en gente polimedicada o en tratamiento con antiinflamatorios, como protectores de la mucosa gástrica (los antiinflamatorios suelen originar úlceras)”, señala Magro.
Se identifican por el sufijo ‘prazol’ en su nombre (omeprazol, lasnoprazol, pantoprazol, esomeprazol...). Y “salvo en el caso del pantoprazol y el omeprazol, se venden con receta médica”, apunta la experta, ya que -tomados de forma prolongada- pueden presentar efectos secundarios.
- ¿Qué ocurre con el omeprazol? Así, por ejemplo, un reciente estudio de la organización Kaiser Permanente, publicado en la revista Journal of the American Medical Association, ha vinculado el uso continuado del omeprazol (uno de los que más se dispensan en la farmacia y que no precisa receta médica) con el déficit de la vitamina B12, cuya carencia puede provocar demencia, anemia, daño neurológico y otras complicaciones. No obstante, “y polémicas aparte, son los antiácidos más adecuados para los pacientes que estén tomando muchas medicinas o antiinflamatorios. Es el médico, en cada caso particular, el que debe recomendarlos o no, pues son fármacos muy eficaces y seguros”, concluye la farmacéutica.
“La noticia de que el omeprazol, en tratamientos largos, está ligado a anemia y enfermedades degenerativas ha causado un gran estruendo entre los pacientes y muchos de ellos han dejado de tomarlo por cuenta propia. No obstante, si bien es cierto que tiene reacciones adversas, también lo es que, si la indicación del tratamiento es correcta, probablemente el daño al abandonar éste sea mayor que el hipotético riesgo asociado a su uso prolongado. Además, en estos casos se pueden consensuar sin problema con el médico pausas temporales del tratamiento”.
En nuestra búsqueda de alivio inmediato para las molestias digestivas, los antiácidos pueden parecer como un bálsamo rápido y efectivo. Sin embargo, es crucial recordar que, el uso excesivo de antiácidos puede tener consecuencias indeseadas. La salud digestiva es intrínsecamente compleja, y los síntomas persistentes merecen una atención más profunda.
Antes de depender exclusivamente de estos productos, recordemos que el cuerpo nos envía señales a través de las molestias digestivas. Escuchar esas señales y abordar la causa subyacente es esencial para una salud gastrointestinal duradera. No subestimemos el valor de la consulta médica; los profesionales de la salud están ahí para guiarnos hacia soluciones más fundamentales y personalizadas.
En lugar de considerar los antiácidos como una solución única, recordemos que son una herramienta temporal. Utilicémoslos con sensatez y, ante cualquier malestar continuo, busquemos el asesoramiento de un profesional de la salud. Nuestro sistema digestivo, intrincado y delicado, merece el respeto y la atención adecuados para florecer en todo su potencial. Prioricemos nuestra salud digestiva con sabiduría y responsabilidad.