¿Se puede tomar alcohol con antibióticos? Esta es la pregunta del millón que se hacen muchas personas, algunas de forma continuada, puesto que toman medicamentos de manera cotidiana y sostenida en el tiempo, o puntual. Esto último pasa, por ejemplo, cuando una infección que requiere tratamiento antibiótico coincide con una celebración.
Hemos consultado diversas fuentes médicas para saber si es posible mezclar alcohol y medicamentos, sobre todo antibióticos. En primer lugar, hemos acudido al Ministerio de Sanidad, que en el documento "Actualización de los límites de consumo de bajo riesgo de alcohol", del año 2020, apunta los casos en los que no se debe consumir alcohol bajo ningún concepto.
La lista incluye a “los menores de 18 años, las mujeres embarazadas o que estén en periodo de lactancia, si se va a conducir un vehículo o en otras actividades que requieran concentración o habilidades psicomotrices”. Sobre el alcohol y los medicamentos dice lo siguiente el ministerio: “se recomienda evitar el consumo o en todo caso consultar con un profesional sanitario de referencia en el caso de consumir medicamentos que interaccionan con el alcohol, personas con problemas de salud mental o historia familiar de dependencia alcohólica”.
Por lo tanto, habla de recomendación, ya sea de evitar directamente el alcohol o de preguntar a un profesional médico antes en el caso de algunos medicamentos. ¿Por qué no es tajante? Hay diversas fuentes que apuntan a que el consumo moderado de alcohol no disminuye la eficacia de la amoxicilina o el compuesto amoxicilina y ácido clavulánico. Sin embargo, prácticamente el 100% de las fuentes consultadas insisten en que lo mejor es mantenerse fiel al 0,0 de alcohol si se están tomando medicamentos, sean antibióticos o no. Al fin y al cabo, además de no resultar fácil saber qué estamos tomando exactamente, es fácil también confundir el significado en este caso concreto de la palabra “moderado”.
Además, con los antibióticos en concreto, las posibles consecuencias de tomar alcohol a la vez son peligrosas, muy negativas. “Si se ingiere alcohol mientras se está bajo tratamiento con antibióticos, el hígado tendrá que realizar un mayor esfuerzo para procesar ambos compuestos”, indica Fernando Ayala Zavala, investigador del Laboratorio de Tecnologías Emergentes del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD). “Esto afecta —agrega— la respuesta de nuestro cuerpo ante la infección, lo que a su vez podría retrasar la recuperación y aumentar el riesgo de complicaciones adicionales”.
Además, según el investigador, la combinación de alcohol y antibióticos también puede provocar “efectos secundarios importantes como mareos, náuseas, vómitos, dolor abdominal, sudores fríos, palpitaciones y cambios en la presión arterial”, e incluso puede “aumentar el riesgo de daño hepático y disminuir la capacidad del cuerpo para combatir la infección”, concluye.
De estas consecuencias advierte también otro organismo médico oficial, los Institutos de Salud Pública de Estados Unidos (NIH): “combinar alcohol con medicamentos puede causar otros efectos secundarios, como náuseas, desmayos y pérdida de la coordinación. Los efectos más graves incluyen sangrado interno, problemas cardíacos y dificultades para respirar”, advierten en un artículo divulgativo.
En este mismo artículo, el organismo da a conocer unas cifras preocupantes descubiertas por un equipo dirigido por la Dra. Rosalind Breslow de los NIH: alrededor del 42% de los adultos estadounidenses que bebe también consume medicamentos que interactúan con el alcohol y en los bebedores menos frecuentes, el 38% consume medicamentos que interactúan con el alcohol.
Estos datos demuestran que los adultos mezclamos alcohol y medicamentos. Ahora, si lo haces, ya sabrás por lo menos que estás haciendo algo que no se recomienda por las posibles consecuencias que puede tener.
