Son palabras que asustan y confunden. ¿Qué diferencia hay entre un pólipo y un tumor? ¿Por qué aparecen? ¿Pueden prevenirse con la dieta y los hábitos? Los especialistas nos dan respuestas.. “Se trata de un nódulo o masa de tejido de aspecto carnoso que ha crecido de forma anormal y que aparece generalmente en membranas mucosas de diferentes zonas del cuerpo como el útero, la nariz, la garganta, el cuello o el colon”, indica el doctor Javier del Pozo, ginecólogo y director de la Clínica de Ginecología de Teknon (Barcelona). Estos nódulos a menudo son duros, fibrosos y potencialmente benignos. “En el útero son una patología frecuente, que motiva un número de intervenciones uterinas relevante. Por suerte solo un 1 % de ellos son malignos”, agrega el doctor Carlos Godino, ginecólogo del Hospital Vithas Montserrat (Lleida).. “Es una formación constituida por tejido que ha perdido el control y sus células se replican (multiplican) sin ningún mecanismo de regulación. Se trata de células que están alteradas genéticamente y presentan un aspecto microscópico característico”, dice Godino. ¿Dónde puede aparecer? “Un tumor es una estructura más rígida que un pólipo, formada por células sin ninguna función que crecen en cualquier parte del cuerpo. Potencialmente es maligno”, apunta Del Pozo. . Aunque solemos utilizar ambos términos para referirnos a un pólipo, no son lo mismo. “En primer lugar, se diferencian por la localización. Un quiste, a diferencia de un pólipo, aparece en zonas glandulares como la glándula mamaria o el ovario. Además, suele presentar una sustancia líquida u otros materiales. Ambos son potencialmente benignos pero pueden llegar a ser cancerosos”, dice Del Pozo.. No se conoce la causa. Tan solo que se debe a un crecimiento anormal del tejido. “Por ejemplo, la etiología [causa] de los pólipos endometriales sigue siendo desconocida. Se sabe que hay un factor genético que predispone a que se genere un proceso proliferativo, estimulado a su vez por algunos factores hormonales y sustancias vinculadas a un proceso inflamatorio”, explica el doctor Godino. . “En muchas ocasiones son asintomáticos y se detectan en un control ginecológico rutinario, en el caso de los endometriales”, apunta el mismo doctor. No obstante, la señal más frecuente -en cualquiera de las ubicaciones- es el sangrado, aunque puede cambiar en función de la localización. “La sintomatología difiere en función de dónde aparezca y su extensión (tamaño). Por ejemplo, los pólipos en el colon pueden provocar sangrado. En el útero, una menstruación más intensa o sangrados fuera de la regla, y en la garganta pueden provocar disfonía”, apunta Del Pozo.. Son las dos formas más comunes de diagnosticarlos. “Los métodos dependen de la localización. En el colon, a través de una colonoscopia (una endoscopia), en el útero mediante una ecografía ginecológica con histeroscopia”, explica Del Pozo. Esta última técnica permite ver perfectamente el canal cervical y la cavidad uterina.. La prevención no es fácil. Ambos doctores coinciden en esta afirmación. Dependiendo de la localización, sin embargo, existen diferentes factores ambientales (nutricionales, si se fuma, se abusa del alcohol...) “que pueden contribuir a su aparición y que deberían evitarse. Por otra parte, en relación a los pólipos endometriales, se contribuye a la prevención controlando los desajustes de los ciclos menstruales en las etapas previas a la menopausia. En este periodo son más frecuentes porque las alteraciones son casi una regla”, indica el experto de Vithas.. El más común, cuando está indicado, es la resección del pólipo por endoscopia. “En ginecología lo denominamos histeroscopía quirúrgica. Es un procedimiento ambulatorio que permite resecar bajo visión directa el pólipo, asegurando la coagulación del vaso sanguíneo que lo nutre y permitiendo obtener el material para realizar después un estudio anatomopatológico”, agrega el mismo doctor. ¿Para que sirve este estudio? Para verificar si es benigno y para establecer otra forma de actuación si es necesaria.