¿Hay que tomar coco?
Aliñar, edulzar, beber... ¿Es un disparate tomar esta exótica fruta?

Azúcar
Azúcar: menos calórico que el tradicional. Se extrae de la flor de coco y contiene menos calorías que el azúcar habitual (360 en lugar de 400 por 100 g) y, si bien, su índice glucémico es bajo, tampoco es el endulzante ideal. Suministra la misma cantidad de fructosa que el azúcar de mesa. “Lo que favorece la caries y situaciones de sobrepeso”, dicen desde Healthia Certification.

Aceite
Aceite: tiene un perfil lipídico poco saludable Aporta grasas saturadas que tienen un impacto directo sobre el colesterol y la obesidad. “En cuanto al ácido laúrico que contiene, hay estudios que indican que frena la formación de la placa dental, pero a fecha de hoy, la Agencia de Seguridad Alimentaria Europea (EFSA) no se ha pronunciado al respecto”.

Leche de coco
Leche: úsala para cocinar. Puede ser un excelente sustituto de la nata, ya que tiene una textura similar y menos grasa. “Sin embargo, no puede remplazar a la leche de vaca, ni ser usado por alérgicos a su proteína, y su aporte en calcio es muy bajo”.

Agua de coco
El agua de coco repone el glucógeno. En su composición predominan azúcares y minerales que ayudan a reponer la energía tras un ejercicio físico moderado (1 hora). De hecho, cumple con los requisitos que pide la Federación Española de Medicina del Deporte para ser un reconstituyente. “Pero, apunta la experta, si el entrenamiento es de alta intensidad es preferible optar por bebidas isotónicas ricas en sodio y que tengan una concentración de hidratos de carbono del 4 a 6%”.

Fresco
Tómalo de vez en cuando. Aunque se puede disfrutar de su sabor en alguna receta, desde el punto de vista nutricional no hay ningún motivo especial para incluirlo en la alimentación diaria, ya que aporta grasa mala y resulta calórico. Si te gusta, haz consumo moderado (tanto en el tamaño de la ración como en la frecuencia).