Dormir no es un proceso inerte. Durante el sueño, hay una gran actividad cerebral y se generan hormonas que nos ayudan a resetear el cerebro y ‘limpiarlo’ para el día siguiente. Además, hay cambios en el funcionamiento de la tensión arterial, en la temperatura, los niveles de oxígeno y anhídrido carbónico, a nivel intestinal, en la segregación de otras hormonas... Alterar ese ciclo favorece la aparición o empeoramiento de determinadas enfermedades.
Engordas
Dormir mal está “totalmente relacionado” con engordar, advierte Eduard Estivill, especialista europeo en Medicina del Sueño, neurofisiólogo, pediatra y director de la Clínica del Son Estivill. Mediante unas hormonas denominadas leptinas y grelinas, el sistema endocrino controla la sensación de hambre y saciedad. Una mala calidad del sueño puede alterar el funcionamiento adecuado de estas sustancias (comemos a deshora, tenemos más porcentaje de grasas...). El Índice de Masa Corporal es un 3,6 % mayor en las personas que duermen menos de 5 horas al día, según un estudio de la Universidad de Stanford (EE UU).
Envejeces antes
Dormir poco o hacerlo mal nos envejece antes de tiempo. Un sueño de calidad ejerce una influencia directa en la reparación, hidratación y mejora del aspecto de la piel. Para ser más concretos: las líneas de expresión y las arrugas se incrementan en un 45%, según un estudio de la Escuela del Sueño para la firma británica Bensons for Bed, realizado en un grupo de personas que pasaron cinco días durmiendo un máximo de seis horas. Pero no solo envejecemos antes, también la esperanza de vida se acorta por la relación entre la falta de sueño y enfermedades importantes de las que hablamos más adelante. “Concretamente, en los trabajadores que realizan turnos, por cada 15 años de trabajo nocturno se acorta en cinco años su esperanza de vida”, apunta el doctor Estivill.
Riesgo de Alzheimer
Puede sonar sensacionalista, pero no lo es: la relación entre falta de sueño y Alzheimer la han demostrado numerosos estudios. “En la fase de sueño 3 se produce una eliminación de proteínas de alto peso molecular que, si se depositan, favorecen el desarrollo de enfermedades neurodegenerativas como alzhéimer y demencias”, advierte el doctor Joaquín Terán- Santos, presidente de la Sociedad Española del Sueño y director de la Unidad del Sueño del Hospital de Burgos.
Rindes menos
Una de las funciones más importantes del cerebro mientras dormimos es la reparación de nuestras capacidades mentales. "La concentración es una de las que se ve más afectada cuando dormimos mal”, explica Estivill, también especialista del Instituto Universitario Quirón Dexeus. Quitarnos sueño, algo común en las sociedades occidentales, acaba provocando que seamos menos productivos.
Puedes deprimirte
Cuando no se descansa adecuadamente se pueden generar cambios bruscos en el humor e incluso trastornos mentales. En este caso, es casi un círculo vicioso: la persona con problemas mentales como la depresión tiene dificultades para dormir. Y esa mala calidad del sueño provoca que cada vez se vaya encontrando peor.
Tu ánimo se altera
La falta de descanso provoca estados de ánimo alterados. Lo vemos claro en niños que se ponen demasiado inquietos y revueltos cuando tienen sueño. En el caso de los adultos sucede lo mismo, solo que tenemos mayor autocontrol y quizá se nos note menos. Si no hay un sueño reparador, estaremos de peor humor.
Tienes accidentes
Uno de cada cinco accidentes de tráfico está relacionado con la falta de sueño. La somnolencia diurna muchas veces es la causa, y lo peor es que la mayoría de los siniestros suelen ser mortales.
Te contagias antes
Las personas que duermen menos de 6 horas son más propensas a contraer enfermedades infecciosas, catarros, gripes... “Los anticuerpos y las células que combaten la infección se reducen durante los periodos en que no se duerme lo suficiente”, apunta un artículo divulgativo de la Clínica Mayo.
Infarto
Determinadas alteraciones del sueño como los ronquidos y las apneas pueden ocasionar enfermedades cardiovasculares por la falta de oxígeno crónica. Además, dormir mal incrementa el riesgo de hipertensión en un 37%, según un estudio publicado en 'Archives of Internal Medicine'.
Riesgo de cáncer
La Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer declaró como agente co-carcinógeno la alteración en los ritmos del sueño. Estudios epidemiológicos han demostrado la relación entre dormir mal con la aparición de algunos tipos de cáncer como el de colon, mama o próstata. “Romper los ritmos biológicos que se producen durante el sueño podría favorecer el desarrollo de tumores por cambios hormonales”, detalla Terán-Santos, aunque advierte de que se trata de conclusiones extraídas de estudios experimentales con animales.