¿Es mejor el agua del grifo o embotellada?

Damos por hecho que el agua que se distirbuye por las redes públicas es de peor calidad que la embotellada. ¿Es real?
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El debate sobre si es mejor el agua del grifo o embotellada es un tema que ha estado en constante evolución en la sociedad moderna. La elección entre estas dos fuentes de agua, aparentemente simples, es una decisión que puede influir en nuestra salud y en el medio ambiente. A medida que las preocupaciones sobre la calidad del agua y la sostenibilidad han aumentado, la pregunta de qué tipo de agua deberíamos beber se ha vuelto más relevante que nunca.

En la dieta

¿Sus efectos? El agua aporta minerales y oligoelementos  imprescindibles para reacciones metabólicas, mantiene húmedos los ojos, lleva los nutrientes al interior de las células y facilita la digestión. Además, una correcta ingesta (entre 
2 y 3 litros al día) asegura la eliminación de desechos.

Hay un consumo seguro

Según el equipo Lifestyle medicine de Tacha, el agua envasada se considera un alimento y está regulada por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, mientras que a la corriente se le aplica un marco legal diferente. Ambas ingestas son seguras, si bien es cierto que en algunos casos la corriente puede contener cantidades pequeñas de gases, fungicidas, saborizantes o metales pesados, tener un sabor desagradable o ser dura.  En este último caso es recomendable tener un sistema de filtración doméstico que elimine cualquier agente que se pueda colar. En el caso de la manufacturada es importante cuidar el almacenaje (le afectan las altas temperaturas), la calidad del plástico y verificar que la fecha de caducidad no sobrepase los dos años desde la fecha de envasado.  


Mejor de lo que pensamos

Hay una apreciación general de que en España tenemos un problema de salubridad con el agua proveniente del abastecimiento público. ¿Es real? No. Según un estudio de 2014 realizado por la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) sobre las aguas de grifo se encontró que la mayor parte son de buena calidad y solo en localidades concretas se detectaron algunas deficiencias. ¿De dónde provienen éstas? “La calidad depende de las fuentes de aprovisionamiento (que varían según la disponibilidad: a veces son pantanos, otras manantiales, acuíferos, desaladoras) y está sometida a los vaivenes de la meteorología o al tipo de tratamiento potabilizador. A eso hay que añadir que también influyen las instalaciones del edificio o de la casa”, indican desde la organización de consumidores.

La lesgilación del agua

Aparte de la doméstica, la embotellada en nuestro país puede ser de cuatro tipos: mineral natural, de manantial, preparadas y de consumo público envasada. Las primeras son bacteriológicamente sanas y en su etiquetado se informa del origen y la composición química. Las segundas son de origen subterráneo y deben cumplir con la normativa (no contener ningún tipo de microorganismo, parásito o sustancia que ponga en riesgo la salud). Las terceras pueden proceder de manantial o de la red pública y se someten a tratamientos de higienización para cumplir con la legislación; y, por último, están aquellas del suministro público que se envasan para su comercialización (una práctica legal siempre y cuando se respeten determinados requisitos con respecto a su potabilidad y salubridad, y se informe sobre su origen al consumidor).

Ventajas e inconvenientes

La legislación sobre el agua es muy estricta. “Embotellada y doméstica pasan controles exhaustivos”, explica el equipo de Lifestyle Medicine de Tacha. Lo que pasa es que la mineral- proviene de manantiales y aguas subterráneas-, no recibe tratamiento, es potable desde su origen y se identifica en el etiquetado de donde proviene.

Qué pasa con el agua corriente

El agua corriente se desinfecta para hacerla apta para el consumo y no se sabe su procedencia. Por otro lado, la OCU recuerda dos conceptos. “La doméstica es más barata y ecológica que la envasada (se aumenta el volumen de desperdicios hasta 3 kg de plástico al mes). “En realidad, explican desde Tacha, siempre es recomendable el consumo de la del grifo y solo en el caso de aguas duras (con mucha cal) o con malas cualidades organolépticas (sabor, turbidez) conviene sustituirlas por la envasada para los niños”.

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