Hace ya tiempo que el kiwi dejó de ser un rara avis en las fruterías españolas, un gran desconocido hasta que a se empezó a introducir con fuerza en la década de los 80. Por aquel entonces, solo se conocía su variedad Hayward, la verde, para que todos nos entendamos, junto a la que creció un primo hermano con el que desde hace algunos años tiene que compartir protagonismo, el Kiwi Gold, también conocido como amarillo, por aquello de diferenciarlo del verde. De ambos sabemos que estos últimos son más caros y más dulces pero, ¿se diferencian en algo más? Para saberlo, hay que adentrarse en la curiosa historia de esta fruta que nos vuelve locas.
Su origen marca la diferencia
La primera gran diferencia entre los dos tipos de kiwi genéricos es su semilla, puesto que no es la misma. Son, por decirlo de una forma un tanto superficial, plantas diferentes, de ahí que también lo sean sus características. No hay consenso, de todos modos, por muchas fuentes que se consulten al respecto, sobre el origen exacto de las que dan lugar al kiwi verde salvo el hecho de que se empezó a cultivar en Nueva Zelanda, al igual que la variedad verde, en la década de los 90 del siglo pasado.
Fue, como casi todo el mundo sabe, en el país oceánico , que sigue siendo el máximo productor de kiwi en términos globales con diferencia, el primer país en el que se empezó a cultivar también el verde, mucho antes que el amarillo. De hecho, hace ya más de un siglo de esto, tras la llegada de la planta original -un arbusto similar en cuanto a forma a las parras donde crecen las uvas- desde China a comienzos del siglo XX, aunque no fue hasta después de la II Guerra Mundial cuando se expandió su cultivo primero para consumo interno y en una segunda fase para su exportación.
Lo que no tanta gente conoce hoy en día es que, es especial la variedad amarilla, se produce en gran cantidad fuera de Nueva Zelanda, sobre todo en países como Italia y Chile. En cambio, la producción del verde sigue muy centralizado en Nueva Zelanda, si bien existen pequeñas industrias más allá de sus fronteras. Una de ellas, curiosamente, se ubica en el norte de España, con especial contribución a la misma de Galicia -Kiwi Atlántico-, seguida por Asturias. Evidentemente, es inevitable que la procedencia de la fruta no marque distinciones, de ahí que existan pequeñas variedades incluso dentro de la denominaciones genéricas verde o amarillo. Pero lo cierto es que se pueden agrupar en Hayward y Gold todas ellas porque todas son fáciles de situar en uno u otro grupo.

Las diferencias grandes a nivel estético y de sabor se producen fundamentalmente entre verdes y amarillos. Si nunca has probado los dos, de forma que no puedes comparar, lo más llamativo es la piel, el color, la pulpa y, sobre todo, el sabor. La primera es mucho más rugosa es el caso de los kiwis verdes, y también más oscura; del color de la fruta al abrirla ya lo dicen todo sus nombres comunes, verde y amarillo -dorado más bien, de ahí lo de Gold-; y el sabor es el que verdaderamente marca la diferencia entre ambos, ya que mientras en el verde predomina la potencia de la acidez, en el caso del amarillo esta se disimula muchísimo más en favor del dulce, que se aprecia en cuanto se le da el primer mordisco. La carne, aunque no se perciba tanto, también varía en cuanto a textura, de ahí que el kiwi verde se pueda pelar y cortar con rodajas con facilidad al ser más entera que la del kiwi amarillo, que es más sencillo de comer con una cuchara directamente, sin manipular previamente.
El sabor, por otra parte, nos da una pista de cuáles son las pocas diferencias entre ambos kiwis a nivel nutricional. Los dos tienen, según la tabla nutricional de Zespri, uno de los mayores productores a nivel mundial, unas calorías muy similares -81 gramos por cada 100 en los verdes y 79 gramos en los amarillos-, y prácticamente el mismo contenido de agua y de aporte energético, de forma que es el contenido en azúcares naturales el único factor junto con la fibra en el que la variación es sustancial. De lo primero tienen 12,3 gramos por cada 100 los amarillos por 8,8 los verdes, que en cambio aportan 3 gramos de fibra por 100, una cifra superior a la del amarillo.
Esto quiere decir que las dos son frutas muy saludables, con alto contenido en vitamina C como principal aporte, pero para todas aquellas personas que lo toman por su alto contenido en fibra, si esta es su prioridad a la hora de consumirlo, es mejor que se decanten por el verde y no por el amarillo.