Mediante el batido y el amasado de la leche de la vaca se obtiene un producto al que cocinas como la francesa le rinden culto, la mantequilla. Cómo estará de bueno cuando es de calidad que en esto a nuestros vecinos del otro lado de los Pirineos, y mira que hay pique sano, les damos la razón.
Es verdad que nuestra grasa “madre”, el aove, es más saludable y que la mantequilla tiene cero de healthy, pero ¿por qué renunciar a este maravilloso pecado culinario de vez en cuando? Con mesura, y sabiendo que no es lo ideal, date el gusto de aceptar “la invitación” de la mantequilla alguna que otra vez. Con sal y sin sal, como más te guste. Aunque, pensándolo bien, ¿cuándo es mejor tomar cada una de ellas?
Diferencias entre un tipo y otro
La diferencia entre un producto y otro es muy fácil de entender: a la original, la mantequilla sin sal, no se le añade este ingrediente durante su procesado, que sí se incorpora a su prima hermana, la mantequilla con sal. Esta última, de producción industrial, es relativamente reciente, desde que la industria alimentaria se percató del gusto extendido del consumidor por ponerle una pizquita de sal a la mantequilla untada. Es decir, no es que la mantequilla sin sal llegara después con la tendencia de los alimentos “light” o bajos en sal; en este caso fue al revés.
Al final, el inconveniente de utilizar la mantequilla con sal es que no controlas la cantidad de esta que contiene porque depende mucho de cada fabricante. Un vistazo a los envases en el supermercado te servirá para comprobar que el contenido en sal de las mantequillas que la llevan puede variar desde el 2% al 9% por cada 100 gramos de producto aproximadamente.
Por este motivo, y porque también es una forma de reducir el controlar el consumo de sal, la mantequilla para cocinar ideal es la tradicional, la que no la lleva. De hecho, en las recetas, si no se especifica el tipo de mantequilla se da por hecho que es sin sal. Tanto en platos salados como una simple tortilla francesa como en repostería, donde la mantequilla es un producto con una importancia capital en el resultado final de muchas elaboraciones, es mejor ajustar a mano la sal que pide dicha receta y no llevarse una sorpresa final cuando al probarlo compruebes que está demasiado salado.
Otra cosa distinta es que la utilices para untar en pan simplemente. En este caso, la sal, como pasa con las tostadas de aceite de oliva virgen extra, aporta un plus al sabor y potencia el sabor de la grasa, por lo que puedes optar por comprarla ya salada si no te gusta notar los grano de sal en boca al añadirlos a posteriori.
Usos en cocina
La otra ventaja de la mantequilla con sal respecto a la que no la tiene es que al ser un conservante dura más en la nevera una vez abierta, por lo que si usas muy pocas veces este producto puede llegar a interesarte comprarla con sal. A cambio, la mantequilla con sal tiene mayor contenido de agua, lo cual puede afectar también de forma negativa a determinadas masas.
En definitiva, salvo excepciones, la mantequilla sin sal sale vencedora de este duelo contra la mantequilla con sal.