La intolerancia a la lactosa parece que cada vez es más común. Esta intolerancia es causada por la malabsorción al azúcar de la leche, que es la lactosa.
Cuando una persona no absorbe bien la lactosa, es porque su intestino no produce concentraciones óptimas de la enzima lactasa para descomponer la lactosa. Dando así síntomas tan característicos como diarrea, gases, hinchazón... Descubre más acerca de la intolerancia a la lactosa.
No es un mal reciente
Parece un mal reciente pero no lo es. “Siempre ha existido desde los orígenes de la humanidad, hay pruebas genéticas realizadas en restos de los primeros pobladores de la tierra que demuestran que ya lo eran”, explica Oriol Sanz, presidente de la Asociación de Intolerantes a la Lactosa (ADILAC). Y es que con la edad disminuye la capacidad de digestión del principal hidrato de carbono que contiene la leche, la lactosa”, aclara la doctora Ana Moráis de la Unidad de Nutrición Infantil y Enfermedades Metabólicas del Hospital Universitario de la Paz (Madrid).

Una deficiencia adulta
Aunque puede haber una incapacidad congénita, esa que aparece desde el principio de la vida, o transitoria, causada por ciertas afecciones intestinales, lo normal es que la tolerancia a la lactosa disminuya con edad”, aclara Moráis. ¿Qué ocurre? Según Sanz, los intolerantes tienen cantidades inferiores o inexistentes de lactasa (la enzima necesaria para digerir este azúcar).

Vigila su presencia
Este disacárido está presente en mayor proporción en la leche, y en menor medida en sus derivados (yogur, queso y mantequilla). Pero también es un aditivo frecuente (da textura y sabor) en alimentos procesados como embutidos, helados, productos congelados, aperitivos salados, carne picada, mermeladas, y pan, y asimismo aparece en la formulación de ciertos medicamentos.

Cómo repercute en el menú
La doctora Moráis lo tiene claro: depende del grado de intolerancia que tenga la persona. “En muchas ocasiones, la leche es mal digerida, pero el yogur o el queso, cuyo contenido en lactosa es menor, se metaboliza sin problemas. ¿Y si hay que eliminar los lácteos completamente? “Para evitar carencias nutricionales de calcio o vitaminas A y D, habría que tomar alimentos ricos en estos nutrientes (pescados, vegetales y frutos secos), y otra opción es tomar marcas de leche sin o bajas en lactosa”, aclara Sanz.

Lactasa en pastillas
Se trata de ingerir la enzima que los intolerantes no tienen. “El problema, aclara la doctora Moráis, es que la dosis es difícil de ajustar (depende de la capacidad de digestión que conserve el individuo y de la cantidad de lactosa que tenga el alimento que vaya a tomar), su efecto es transitorio y no es una opción válida para el día a día”. En este mismo sentido se pronuncia el presidente de ADILAC, es mejor reservarla para ocasiones especiales.

Busca un diagnóstico certero
Cuando los niveles de lactasa son bajos, la lactosa llega sin digerir al colon y las bacterias lo utilizan como alimento. ¿Las consecuencias? “Aparecen los síntomas habituales (dolor, flatulencia, diarrea y vómitos)”, aclara la doctora Moráis. Aun así, estos efectos son comunes a otras dolencias digestivas por lo que es muy importante no realizar un autodiagnóstico. “Hay métodos sencillos de detección como el test de hidrógeno o del aliento y el genético (se toma una muestra de sangre o de saliva)”, explica Sanz.
