Con mas de 7.000.000 millones de personas viviendo en el mundo, es normal que existan infinidad de grupos sanguíneos. Podemos diferenciar dos sistemas diferentes a la hora de hablar de grupos sanguíneos: el sistema ABO y el Rh.
En el sistema AB0 la sangre de las personas se clasifica en cuatro grupos sanguíneos: A, B, AB y 0. Cada uno de los tipos se diferencia de los demás por las proteínas o antígenos que tiene.
Los diferentes tipos de sangre del sistema Rh se descubrió en 1940 y se denominan factores Rhesus, ya que fueron descubiertos tras experimentos con simios del tipo Macaccus Rhesus. Una persona con factores Rhesus en su sangre se clasificaría como Rh positivo; y una sin este factor como Rh negativo.
Compatibilidad y transfusión
En la mayoría de los casos, los pacientes reciben sangre de su mismo grupo, sin embargo, las personas del grupo 0-, puede donar sangre a cualquier persona, ya que son los considerados "donantes universales". Igualmente, las personas con el grupo sanguíneo AB+ se son llamados "receptores universales".
La compatibilidad es algo muy importante a la hora de realizar una transfusión de sangre, y aquí toman especial relevancia los distintos grupos.

Existen otros grupos sanguíneos también clasificados por letras como por ejemplo, M, N, S, P… Y otros conocidos por el nombre de las personas en las cuales se descubrió por primera vez (Kell, Duffy, etc.).

La transfusión de sangre es un procedimiento médico importante que se realiza para tratar diversas condiciones médicas, como pérdida de sangre por cirugía o trauma, anemia, trastornos de la coagulación y enfermedades médicas graves. Para que una transfusión de sangre sea segura y eficaz, es esencial tener en cuenta varios factores clave:
- Indicación médica: La transfusión de sangre debe realizarse únicamente cuando existe una indicación médica clara y se ha evaluado el riesgo-beneficio. El médico debe determinar si es necesario y seguro para el paciente.
- Tipo de sangre compatible: La sangre del donante debe ser compatible con la del receptor en términos de grupo sanguíneo (A, B, AB, O) y factor Rh (positivo o negativo). Esto se verifica mediante pruebas de tipificación sanguínea y cruzada.
- Pruebas de detección de enfermedades: Antes de realizar una transfusión, se debe realizar una serie de pruebas para detectar enfermedades transmisibles por la sangre, como el VIH, la hepatitis B y C, y la sífilis, tanto en la sangre del donante como en la del receptor.
- Consentimiento informado: El paciente debe dar su consentimiento informado antes de recibir una transfusión de sangre. Debe recibir información completa sobre el procedimiento, los riesgos y los beneficios, y tener la oportunidad de hacer preguntas.
- Identificación precisa: Antes de la transfusión, el personal de salud debe verificar la identidad del paciente y confirmar que la sangre coincida con la etiqueta del paciente para evitar errores.
- Vigilancia durante la transfusión: Durante la transfusión, se debe monitorear al paciente para detectar signos de reacciones adversas, como fiebre, escalofríos, dificultad para respirar o urticaria. Cualquier reacción debe abordarse de inmediato.
- Tiempos de almacenamiento: La sangre y los componentes sanguíneos tienen un tiempo limitado de almacenamiento. Es importante utilizar productos sanguíneos dentro de su fecha de vencimiento para mantener la calidad y la seguridad.
- Cantidad adecuada: Se debe administrar la cantidad de sangre adecuada según las necesidades del paciente. Esto se determina según la indicación médica y la evaluación de la pérdida de sangre.
- Compatibilidad de componentes: En algunos casos, es necesario administrar componentes sanguíneos específicos, como glóbulos rojos, plaquetas o plasma, en lugar de sangre completa. Esto se decide según las necesidades médicas del paciente.
- Registro y documentación: Todas las transfusiones de sangre deben documentarse de manera adecuada en la historia clínica del paciente, incluyendo los detalles del procedimiento, el tipo de sangre utilizado y cualquier reacción adversa.
Es fundamental seguir protocolos y prácticas seguras en el proceso de transfusión de sangre para garantizar la seguridad y la eficacia del procedimiento. La coordinación adecuada entre el equipo médico, el banco de sangre y el paciente es esencial para minimizar los riesgos y maximizar los beneficios de la transfusión de sangre.