Cada uno tiene sus pequeños pasatiempos que para otras personas son difíciles de comprender. Uno de los míos es mirar trucos en las redes sociales aplicables a la cocina, para mejorar, ya sea en rapidez o sencillez distintas acciones que repetimos a menudo en casa. Por ejemplo, algo tan básico como limpiar un pimiento.
Porque limpiar esta verdura es de lo más básico que se puede hacer en la cocina. No tiene misterio… ¿o sí? Lo tiene si quieres ser muy rápido haciéndolo, y esto pasa por sacar todas las pepitas en el menor número de pasos posible. De lo contrario, se puede convertir en una eternidad quitarlas todas. Y al menos yo no puedo parar hasta dejarlo completamente limpio.
Pues bien, en la cuenta @thermotrucos he descubierto un consejo muy útil en este sentido para limpiar pimientos grandes cuando están frescos. Algo tan sencillo como apretar hacia dentro el pedúnculo del pimiento te facilita mucho la tarea. Y sobre todo, reduce mucho el tiempo.
Habitualmente, tendemos a cortar alrededor del pedúnculo y tiramos hacia arriba de este, pero el riesgo de que se desprendan muchas semillas en el interior del pimiento es alto. Si lo haces en sentido contrario, como ves en el vídeo, al abrir el pimiento, la mayoría de las pepitas están todas juntas. Tardarás un pis pas.
¿Y los italianos?
Con el pimiento italiano el truco de apretar hacia dentro fuerte el tallo o pedúnculo es más complicado que salga bien. Puedes intentarlo, pero también puedes optar por el plan más seguro.
En una tabla, redondea la zona del pedúnculo con un corte que no profundice más allá de la piel y extrae hacia fuera tirando del tallo. Lo más habitual es que salga todo en bloque junto a las pepitas, y dentro queden muy pocas sueltas que caerán solas cuando abras el pimiento y le des la vuelta sobre una tabla.
Alrededor del pedúnculo, si no has apurado mucho, puede que quede algo de carne del pimiento que puedes recuperar antes de descartar el resto a un contenedor de orgánico.
¿Y si están asados?
Redoblamos la apuesta con el más difícil todavía: limpiar pimientos asados sin que las pepitas lo conviertan en una tortura interminable.

Lo primero que debes hacer es dejar que se asen mucho. No te preocupes porque quede negra en algunas partes la piel: saldrá más rápido y hará de escudo protector de la carne, que estará jugosa y muy rica.
Además, para que la piel se levante sola, puedes meterlos en un bol tapado con papel film según salgan del horno, todavía calientes, para que generen humedad dentro y la piel se separe sola. Eso sí, sí se enfrían, este truco no sale porque la piel se pega de nuevo.
Con las semillas, la cuestión es más complicada. La mejor forma de hacerlo de todas las que hemos probado es limpiarlos sobre un colador que a su vez esté puesto encima de un recipiente donde caiga el jugo. Ponlos bocabajo, con el pedúnculo cerca del colador y arrastra hacia abajo.
Quedarán pepitas pero muchas menos que si los abres de otra manera. Y luego, con lo que te quede en el colador, incluidas las pieles, estruja bien para obtener más jugo del pimiento.