En verano, con la llegada del calor, la Organización Mundial de la Salud nos recuerda el peligro de las intoxicaciones alimentarias, ya que, en estos meses, una de cada diez personas suele verse afectada cada año.
Otro dato que nos dan las estadísticas es que más de la mitad de las intoxicaciones se producen fuera del hogar, lo que nos da la primera pista: vigilar en qué sitios consumimos alimentos.
El motivo de que el verano sea la época con más casos es simple: el calor ayuda a la reproducción de bacterias y otros microorganismos peligrosos para el ser humano, por lo que un alimento tarda mucho menos tiempo en infectarse que en otras fechas.

Síntomas claros
Una intoxicación suele ser muy fácil de diferenciar. Los síntomas más frecuentes son los vómitos, que, de forma habitual, aparecen de forma repentina y son muy intensos y recurrentes. También diarrea acompañada de dolor abdominal e incluso puede aparecer fiebre.
Si los síntomas persisten más de 48 horas y no se logra ingerir líquidos, la recomendación es acudir a urgencias para evitar una deshidratación. Hay que prestar especial atención a niños y ancianos, ya que los síntomas de deshidratación no suelen ser tan evidentes.
En cualquier caso, ante la aparición de síntomas, es importante intentar ingerir líquidos en la medida en la que el organismo los tolere. Mejor apostar por sueros (tanto comprados en la farmacia como de preparación casera) que por bebidas isotónicas, que suelen tener azúcar o edulcorantes.

5 consejos para evitar intoxicaciones este verano
- Siempre en frío. Tanto los platos ya cocinados como en crudo, cuando las temperaturas son altas , deben guardarse en el frigorífico lo antes posible. También es importante sacarlos justo en el momento de consumirlos y volver a guardarlos rápidamente, acortando el tiempo en el que permanecen a temperatura ambiente. Mayor atención si cabe merecen los alimentos que descongelamos: en estas fechas, es muy peligroso dejarlos descongelarse al aire.
- Controla los tiempos. No todos los alimentos son igual de propensos a estropearse ni lo hacen a la misma velocidad. Por eso, es importante fijarse en el tiempo que tenemos a temperatura ambiente cada uno de ellos. Por ejemplo, el huevo es muy sensible, por lo que un bocadillo de tortilla poco hecha no es la mejor opción para llevar a una excursión, de igual forma que no es aconsejable añadir mahonesa a una ensalada que vas a consumir en la playa.
- Atención extra a los alimentos crudos. Los alimentos que se consumen crudos, como algunas salsas, fiambres, como el jamón York o el sushi son los preferidos de las bacterias. Destacan también los pescados y los moluscos, aun antes de que se cocinen, de hecho, según la OCU casi el 10 % de las intoxicaciones que se producen en esta época son causadas por un pescado o marisco.
- No relajes las medidas de higiene. Algo que en vacaciones es normal. No lavarse las manos al comer comiendo fuera, dejar la cocina sin recoger hasta después de la siesta (y dejarse alimentos fuera de la nevera), utilizar utensilios sin haberlos lavado bien (por ejemplo: cortar unos tomates, dejar el cuchillo en la encimera y, después de un tiempo largo, cortar unos filetes de pollo). También es importante reforzar la higiene en los utensilios de limpieza, como bayetas o estropajos, que son nido de todo tipo de microorganismos.
- Evita la contaminación cruzada. Ya que hay alimentos más propensos a estropearse que otros, al guardarlos, es importante no mezclarlos. Lo ideal es separar muy bien los alimentos crudos de los ya cocinados y envasar cada uno por separado en recipientes de cristal individuales. Si están cocinados, mejor cerrados herméticamente.