No hace falta ser británico para amar las infusiones, y más concretamente el té. ¿Pero en qué se diferencia un té de una infusión? ¿Acaso no son lo mismo? Pues no. Empezaremos por aclarar eso. Las infusiones se elaboran a base de plantas que no contienen teína ni ningún otro estimulante, y se incluyen entre ellas la manzanilla, la infusión de salvia, la cola de caballo o la melissa. No obstante, el término ‘infusión’ también hace referencia al proceso de añadir agua caliente o hervir elementos vegetales, florales, etc para que se disuelvan sus partes solubles. Por eso, el té es un tipo de infusión por la manera en que se prepara, pero sí contiene teína.
En lo referente a su origen, existen numerosas leyendas que atribuyen el ‘descubrimiento’ del té a emperadores chinos, a príncipes indios que estaban de viaje y necesitaron recargar energías y casualmente hallaron árboles de té… Fuese como fuese, de lo que sí se tiene constancia es que en China se consumía té en el siglo XXVII antes de Cristo, y se consideraba en muchos casos una bebida medicinal.
Existen diversos tipos de té, cada uno con unas características diferentes y muchos beneficios para tu salud. Todos provienen de la misma planta, la Camellia Sinensis, y es la forma en que se cultiva, cosecha y elabora lo que produce los diferentes tipos. ¿No sabes cuál es el que más se ajusta a ti? Te contamos en qué se diferencian.
Té blanco
El té blanco es el menos procesado de todos, ya que simplemente se seca. Es el más ligero y delicado y conserva los niveles más altos de antioxidantes. Su sabor es dulce y herbáceo, sin rastro de notas amargas. Es mejor beberlo solo, dada su delicadez y su agradable sabor. El que más antioxidantes tiene es el té blanco, además de ser más suave.
Té verde
El té verde se cuece al vapor a altas temperaturas poco después de la recolección. El sabor varía mucho de unos a otros. Un buen té verde debe presentar un sabor suave y apetecible. Las hojas más baratas tienden a ser amargas, así que ten ojo a la hora de elegir tu té verde. Marida a la perfección con sabores salados y sus beneficios son múltiples. Descúbrelos aquí.
Oolong
Este té se encuentra a medio camino entre el té verde y el negro. Los más claros son verdes y afrutados, mientras que los más oscuros presentan un sabor tostado y ligeras notas a nuez. El oolong es más versátil si lo quieres disfrutar con otras comidas, tanto dulces como saladas.

Té negro
El té negro destaca por su profundo e intenso sabor. Las mejores hojas pueden tener un sabor a chocolate y caramelo, o incluso con toques muy florales (aunque potentes), mientras que las versiones más económicas tienden a ser más amargas y unidimensionales. Puedes mezclarlo con leche y acompañarlo de platillos dulces que permitan establecer contrastes.
Pu Erh
Este té es elaborado tradicionalmente en forma de grandes discos conocidos como tortas y se desmenuza posteriormente en la tetera. El sabor es terroso y muy sabroso.
Té aromatizado
Los tés se pueden perfumar con flores frescas como jazmín o rosa, o aromatizar con cítricos como el aceite de bergamota en Earl Grey. La mayoría de los tés comerciales, sin embargo, utilizan sabores y aromas en lugar de hacerlo con frutas o flores ‘reales’. ¡Mira las etiquetas y asegúrate de escoger el mejor!