El proceso de conservación es el mismo en ambos casos. La diferencia estriba, sobre todo, en la presentación del producto.
La lata proporciona al alimento una protección total; son muy cómodas para su almacenaje y resisten los golpes. Los frascos de vidrio poseen la ventaja de que puedes observar el contenido, pero son más pesados y frágiles. Si el envase es de vidrio, procura almacenarlo lejos de la luz para evitar que se oxiden las vitaminas del alimentos.
Por otra parte, también existen las semiconservas. Se trata de alimentos que han sufrido un tratamiento conservante ligero, como el ahumado o la salazón, pero no están esterilizados, sino pasteurizados a 50-60 ºC. Por eso, son productos más sensibles a la degradación y deben guardarse siempre en el frigorífico hasta el momento de su consumo, no en la despensa. Suelen tener fecha de consumo preferente de unos cuantos mese como mucho (generalmente, cinco meses), no de años como puede ocurruir en las conservas. Las semiconservas más comunes son alimentos en salazón: anchoas, boquerones en vinagre, huevas de atún, caviar y sucedáneos (mújol) o pescados ahumados.