Manías y tics: cómo quitarlos

En muchas ocasiones se van con el tiempo, pero si permanecen o se intensifican debemos tratarlos. Detrás de ellos se esconde algo que le preocupa a nuestro hijo.

Mientras que las manías son actos de carácter voluntario e inconsciente, los tics son movimientos frecuentes y cortos, repetitivos pero involuntarios, y surgen de manera irregular.

Ambos están ligados a situaciones de ansiedad y de estrés, y los pone en marcha el niño para liberar tensiones, miedos, angustias y preocupaciones. Son sus maneras de poder enfrentar acontecimientos que les sobrepasan.

Muchas veces son transitorios y desaparecen de forma natural con el tiempo mientras que otras permanecen, se quedan atascados.

Cómo actuar

Es importante conocer los motivos que los desencadenaron y en qué momentos aparecen más tics (si fue tras el divorcio de los padres, si se acentúa cuando nos separamos de ellos al llevarlos al cole o se quedan a dormir en casa de un amigo).

Niña mordiéndose las uñas

En lugar de irritarnos cuando se producen es preferible no prestarles atención y desviar al pequeño hacia alguna actividad que le genere tranquilidad. Por ejemplo, en lugar de decirle: “Deja ya de morderte las uñas”, podemos sugerirle: “Vamos a jugar a algo”. 

La labor del adulto cuando se encuentra con un niño con manías y tics es reforzar lo que hace bien y no permitir que sus manías o tics nos alejen de él. Si incidimos mucho en “¡deja las uñas!”, reforzamos que la conducta permanezca o incluso llegue a aumentar.

Los niños, desde un punto de vista evolutivo, son más rígidos de pequeños y poco a poco se van flexibilizando. Su deseo de poder controlar los acontecimientos es lo que muchas veces les lleva a querer beber siempre de la misma taza o a dormir siempre con la misma almohada.

A medida que van ganando en confianza pueden soltar estas manías que no son otra cosa que falta de seguridad.

Tanto los tics como las manías disminuyen con el sueño, el descanso y actividades relajantes. Es importante observar si el niño está sobrecargado de actividades o si sale a jugar todo lo que precisa.

Nuestros hijos necesitan desfogarse y debemos favorecerlo. Trata de que el baño sea un momento de tranquilidad y crea espacios de calma. No podemos olvidar que detrás de estos comportamientos se esconde una ansiedad que trata de salir. Un niño en calma no tiene estos comportamientos.

Niña jugando entretenida

Desde el juego y la relajación podemos bajar su nivel de actividad. Si no fuera suficiente, es importante acudir a un psicólogo para que ayude al niño a expresar con palabras lo que le preocupa.

“En niños suele estar asociado a un trauma. En el momento en que se consigue poner palabras a lo que le preocupa, se deja libre al cuerpo", explica Teresa Muñoz del Toro, psicóloga del centro TIBAN.

Si te das cuenta de lo que hay detrás de estos actos, ya no tiene sentido el tic o la manía. Sin embargo, si no pones palabras, la angustia se va adueñando de tu cuerpo

La forma de combatir los tics y las manías es dar con el foco de tensión y una vía que neutralice ese miedo (la meditación, el deporte o la música). Hay que identificar y comprender para resolver.

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