La modelo Fabiola Martínez se sincera con Mia: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad”

Madre de dos hijos, modelo, activista y defensora de los derechos de las familias, cuenta en su libro ‘Cuando el silencio no es una opción’ cómo ha podido sanar las heridas que le dejaron los abusos que sufrió cuando era una niña de diez años en su Venezuela natal.
Fabiola Martínez: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad” - Fuente: cortesía de la autora
Fabiola Martínez: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad” - Fuente: cortesía de la autora

Fabiola, fuiste una niña a la que robaron su infancia y tuviste que aprender a ser fuerte demasiado pronto para hacerte dueña de tu futuro y descubrir con la maternidad el verdadero significado del amor y de la palabra hogar. ¿Qué ha supuesto para ti escribir ‘Cuando el silencio no es una opción’?

No lo he escrito sola, he tenido ayuda. Gracias a la psiquiatra Marian Rojas, con quien lo he llevado a cabo, he podido perfilar los recuerdos que, en un proceso de supervivencia, como el que yo viví, olvidas. Tras cada sesión tenía más conciencia sobre lo que había vivido y cómo me estaba afectando. Cuando el silencio no es una opción no ha sido una cura, porque escribir un libro no te sana del todo, pero sí te libera. Los que hemos pasado por esto, tenemos en común un sentimiento de vergüenza, de culpa y de responsabilidad sobre lo que nos ha pasado, aunque no es así, sin embargo, si no lo trabajas, no lo ves.

¿Nunca el silencio es una opción?

Nunca. El gran escudo que tienen los abusadores o pederastas es el silencio. ¡Que la gente piense que el silencio no es una opción es sacar de la oscuridad al monstruo! Cuando no lo hablas, hoy eres tú la víctima, pero mañana puede ser otra persona.

¿Por qué ahora abrir esa tapadera silenciosa?

Durante muchos años no me lo permití, yo vivía en modo supervivencia, no tenía el respaldo de mis padres. Mi madre me educó para que yo fuese una mujer fuerte, independiente, dura… ¡y lo consiguió! Económicamente, viviendo en otro país, nunca tuve la sensación de que alguien me iba a cuidar, así que nunca me permití mirar para dentro. Necesitaba seguir, no parar… Luego, cuando nacieron mis hijos, sobre todo Kike que me puso el mundo al revés, tampoco tuve tiempo para mí, porque me centré en él. Fue cuando me separé cuando sí tuve un momento para mirar dentro y cuestionarme por qué mis relaciones no funcionaban. Fue ahí cuando empecé a darme cuenta de que había un tema muy presente, y era este.

Fabiola Martínez: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad”
Fabiola Martínez: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad” - Fuente: cortesía de la autora

¿Lo tenías oculto en tu cabeza?

Los detalles de los recuerdos no los tenía limpios, los he recuperado con terapia. No sabía si era una sensación o algo que estaba ahí presente. ¡Fue así como busqué ayuda profesional!

¿Tienes bonitos recuerdos de tu infancia? ¿De esa infancia robada?

¡Sí, sí, sí! Mi relación con mis padres fue siempre especial, porque mi madre quería que fuese probablemente la mujer que soy ahora, fuerte, que no depende de ningún hombre. Seguramente soy lo contrario a lo que ella había tenido, aunque sí, sí tengo recuerdos muy bonitos de todos juntos, por ejemplo, de cuando íbamos al río a bañarnos todos juntos en plan domingueros.

¿Cómo hiciste para convertir tus debilidades en fortalezas? ¿Pensabas en justicia? ¿En venganza?

No. Yo lo borré de mi mente. Nunca se mencionó su nombre. No se habló nunca de él. Se hizo como si no existiera. Fui creciendo con la idea de que también era mi culpa. La primera vez que tuve relaciones consentidas para mí fue un shock, porque yo no entendía mucho cómo iba la cosa. No sentí las cosas que tenía que sentir. ¡Fue muy extraño!

Fabiola Martínez: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad”
Fabiola Martínez: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad” - Fuente: Editorial Espasa

¿Te has reconciliado con aquella niña Fabiola?

Sí, gracias a la ayuda que he tenido. Lo que ocurre es que cuando borras un recuerdo y te quedas con la sensación, en la cabeza vas montando un discurso. Entender cómo funcionamos me ha ayudado a no seguir sintiendo aquella sensación de culpa. De hecho, cuando yo empecé a verbalizar lo que me estaba pasando es porque empezaba a gustarme un chico, y yo sentía que no tenía nada que ver. Hasta ese momento habían transcurrido 10 años de abusos.

¿Qué le dirías hoy a esa niña? ¿A esas niñas que sufren abusos?

A esa niña le diría que no tiene la culpa de nada, porque era una niña.

¿Soñaste con ser quien hoy eres?

Me siento orgullosa de la vida que he hecho. Podía haberme perdido por el camino, y más moviéndome en el mundo en el que me he movido, de modelo. Siempre tuve muy claro que era una superviviente, que no tenía nadie que me fuera a salvar. Nunca he visualizado el futuro de quién quería ser, pero estoy orgullosa de tomar las decisiones que he tomado y del camino que he ido formando a lo largo de toda mi vida.

Si no hubieras participado en aquel concurso de Miss Venezuela… ¿crees que hoy serías médico?

¡Seguro! Cuando nació Kike y me involucré tanto en el tratamiento, mi madre me decía ‘mira que has huido de la medicina y la vida te la ha vuelto a poner delante’.

No querías ser una princesa, pero aquel certamen fue como un cuento de hadas.

Sí, pero si hablas con las chicas con quienes yo compartí ese concurso te dirían que yo no era una Miss. Yo era distinta. El físico me ayudó, me dio oportunidades que quizá no hubiera tenido, pero para mí de verdad que aquello nunca fue lo más importante.

¿Cuál es tu mayor miedo?

Mi mayor miedo radica en qué va a pasar con mi hijo Kike cuando yo no esté. Y muchas veces me pregunto qué pasaría si Kike me sobrevive, y me hago una historia para saber qué pasos tendría que dar si eso sucede para que él esté bien. Y luego pienso al revés, si estaré preparada si él se va antes que yo… ¡eso tortura un poco! Pero es el único miedo que tengo. Pienso que tengo que vivir el ahora.

Fabiola Martínez: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad”
Fabiola Martínez: “El gran escudo que tienen los abusadores es el silencio, cuando lo cuentas sacas al monstruo de la oscuridad” - Fuente: cortesía de la autora

¿Y la mayor felicidad, lo mejor de tu vida?

También puedo decir que son mis hijos, sin lugar a dudas.

Dices que la maternidad te ha enseñado a conocer el verdadero significado del amor.

Total. El amor es incondicionalidad, es entrega, es sacrificio sin entenderlo como sufrimiento, sino como una bella elección.

¿El amor es igual a hogar?

Bueno… yo no he disfrutado mucho de la sensación de hogar porque no lo hemos tenido. Nos mudábamos mucho, porque mi padre no tenía un trabajo fijo. Para mí hogar era la casa de mi abuela, porque era el punto al que podíamos volver. Cuando he tenido la oportunidad sí he querido tener ese hogar que de pequeña no tuve. Hogar es familia, es amor, bienestar, protección, seguridad, sentir que estás en un sitio en el que te quieren y te cuidan.

¿Te sientes así en España?

Sí, siempre me he sentido en casa. Estoy muy unida a mis raíces en Venezuela, las tengo muy presentes, pero aquella Venezuela que yo conocí, donde nací y crecí ya no existe. Amo mi país y me encantaría que mis hijos pudieran ver y conocer lo poco que queda de lo que yo viví.

¿Cuál es tu próximo proyecto?

Quiero dar conferencias para seguir dando voz a lo que muchas personas hemos sufrido y muchas sufren aún. Quiero que la gente que lo sufre pueda liberarse y al hablarlo haya menos probabilidades de que los agresores puedan contar con el silencio de las víctimas. ¡El silencio no es una opción!

Artículo publicado originalmente en el número 2008 de la revista de papel por Gema Boiza Muñoz .

Recomendamos en