En los últimos días ha copado noticias y comentarios en redes sociales el pollo del supermercado Lidl. El motivo no es que esté más rico que el de otros supermercados, sino que el Observatorio de Bienestar Animal (OBA) difundió en España una investigación de un laboratorio alemán a este producto en cuyas conclusiones se asegura que el 70% de dicha carne de pollo estaba contaminada con bacterias resistentes a los antibióticos.
El estudio, realizado por un centro germano, de la ciudad de Colonia, avalado por el organismo de acreditación DAkkS, se ha desarrollado a partir de bandejas de pollo de Lidl compradas en Alemania, Italia, Gran Bretaña y España.
Cabe recordar, y por eso Lidl ha sido el supermercado elegido para esta investigación, que es la cadena de supermercados más potente de Europa en términos de facturación y número de establecimientos. Además, según las entidades que han difundido el estudio, no tiene una política contra el hacinamiento de animales.
En total, el estudio ha sido elaborado a partir de los datos de 142 bandejas de pollo de Lidl recogidas en los cuatro países mencionados. Estas bandejas incluían alitas de pollo partidas sin punta, jamoncitos de pollo, cuarto trasero de pollo, canal de pollo y pechuga de pollo.
Los resultad os, negados categóricamente por Lidl, afirman que el 71% de las muestras estaban contaminadas con bacterias resistentes a los antibióticos, que el 38% de las muestras presentaban listeria, y un 83% contenían también patógenos diarreicos como E.coli y Campylobacter.
Por eso insisten tanto los expertos en los peligros de la carne de pollo cruda y, por ende, en tomar precauciones al manipular este alimento.
Uno de estos expertos es el tecnólogo de alimentos Miguel Ángel Lurueña. El divulgador explica que, sean ciertos o no los datos de la investigación, la carne de pollo no contiene antibióticos, sino que la presencia de estas bacterias resistentes se produce “por el mal uso que se ha venido haciendo de estos medicamentos en ganadería durante décadas”.
Según explica en X el experto, “hace años que el uso de antibióticos está más controlado y actualmente se está tratando de atajar este problemón, que provoca la muerte de miles de personas cada año (35.000 en Europa), debido a que cuando enferman por exposición a esas bacterias desarrollan infecciones que no responden a tratamientos antibióticos”.

Por este motivo, el estudio ha generado tanto revuelo en los países donde se ha desarrollado la investigación, convirtiéndose en un dato de interés la ubicación exacta de las bandejas de pollo vendidas en España que han formado parte de la investigación.
En total, se han analizado 24 bandejas adquiridas en supermercados españoles, una muestra pequeña, de las ciudades de Barcelona, Valencia y Madrid. Los datos más preocupantes los muestran las seis bandejas compradas en un supermercado Lidl ubicado en el barrio barcelonés de Poblenou: todas han dado positivo en bacterias resistentes a los antibióticos.
En Madrid, los datos tampoco son mucho mejores, ya que solo dos de las trece bandejas adquiridas y analizadas dieron negativo en bacterias resistentes a los antibióticos. En cambio, tres de las cinco que se adquirieron en Valencia dieron negativo también. Por lo tanto, 17 de las 24 bandejas “españolas” dieron positivo; esto es, un 71%, un porcentaje más alto que el del resto de países incluidos en el estudio.

Lidl ha negado categóricamente las acusaciones de este estudio difundido por entidades como el Observatorio de Bienestar Animal, al que acusa de comenzar una campaña de desprestigio de la imagen de su compañía.
Por su parte, el tecnólogo de alimentos Miguel Ángel Lurueña recuerda, como información de servicio, que “las recomendaciones básicas de manipulación de alimentos siempre sirven también para evitar todos estos problemas” de contaminación de posibles bacterias presentes en el pollo. Estos consejos son los siguientes, enumerados por el propio Lurueña:
- Lavar bien las manos y los utensilios, antes y después de manipular el pollo crudo.
- NO lavar el pollo.
- Separar el pollo crudo de los alimentos listos para consumir (y los utensilios sucios de los limpios).
- Cocinar bien, hasta que esté bien hecho (y recalentar bien las sobras).
- Refrigerar el pollo crudo (y las sobras). La congelación NO elimina las bacterias.
- Respetar las fechas de duración y desechar si no está en buen estado.