A pesar de que la mejor época del año suele ser verano para irse de vacaciones. Pero a veces, el invierno es una temporada perfecta para descubrir destinos mágicos que ofrecen experiencias únicas. Desde la serenidad de los Alpes suizos hasta los acogedores lugares de playas como las Maldivas. Ya seas de los que abrazan el frío o de los que prefieren huir de él, esta estación tiene mucho que ofrecer. El plan manta y sofá está bien para ver todas las series ganadoras de un Ondas 2024, pero no puede ser el único que te plantees estos días. Hay destinos donde las bajas temperaturas realzan su magia y otros donde puedes olvidarte del abrigo y los guantes. Los hay para todo tipo de viajeros: los que buscan escapar del frío, con el encanto cultural que Marrakech, uno de los destinos de moda para viajar a partir de los 50 fuera de Europa, donde ofrecen calor y color. Las ciudades como Praga o Viena brillan con mercados navideños y paisajes románticos. Ya sea aventura, relajación o cultura, estos destinos garantizan un invierno lleno de recuerdos inolvidables. ¿Cuál será tu elección? Aquí tienes algunas ideas para disfrutar de blancos paisajes y cálidos recuerdos.
Tras haber hecho algún que otro viaje en Navidad, te ofrecemos los planes de invierno que se aproximan como únicos en la temporada de enero y febrero. Ya sea aventura, relajación o cultura, estos destinos garantizan un invierno lleno de recuerdos inolvidables.
Luces llenas de magia
Las auroras boreales son uno de los mejores regalos del invierno, un recordatorio de que, incluso en las noches más frías, la naturaleza guarda su luz más mágica. Un espectáculo que tiñe el cielo de tonos verdes, púrpuras y rosados a un ritmo que parece seguir una suave melodía hipnótica. La buena noticia es que este invierno la actividad solar es más intensa y, por lo tanto, más fácil disfrutar de las conocidas como luces del norte. Una oportunidad que no hay que desperdiciar.

Las islas Lofoten, en Noruega, están situadas por encima de la línea que delimita el círculo polar ártico, este archipiélago noruego es uno de los mejores destinos para observar auroras boreales, a la vez que te enamoras de sus paisajes tan dramáticos y salvajes. Altas montañas entre las que se encajonan sus famosos fiordos o entre las que se pierde multitud de pequeñas islas. En invierno, el azul oscuro del mar contrasta con el blanco de nieve y, más aún, con el rojo de sus tradicionales cabañas. Y es que en este rincón de Noruega la tradición y las costumbres están muy arraigadas, por lo que se convierte en un aliciente más para investigar y conocer cada pequeño pueblo de la zona. Una aventura en mayúsculas.

Laponia, en Finlandia al comenzar el 2025 Papa Noel y sus elfos ya están descansando después de una Navidad intensa y muchas visitas. Ahora toca disfrutar de los paisajes nevados, esos que tanta calma y paz transmiten. Las auroras boreales iluminan las largas noches árticas con su danza de colores, mientras las horas de luz, breves pero intensas, bañan el horizonte de tonos pastel. Aquí, el tiempo parece detenerse entre safaris en trineos tirados por huskies, paseos con renos y sesiones de sauna, que reconfortan cuerpo y alma.
si estás pensando en cazar alguna que otra aurora boreal aquí tienes algunos tips para contemplar y fotografiar las impredecibles luces del norte:
- Elige un lugar con poca contaminación lumínica, cuanto más aislado esté ¡mejor! Apártate de las ciudades para aumentar las posibilidades.
- Las horas más propicias son entre 21:00 y 2:00, pero pueden aparecer en cualquier momento durante la noche. La paciencia es la mejor arma en este caso.
- Abrígate bien: ropa térmica, gorro, guantes y botas resistentes. Por lo general pasará mucho tiempo al aire libre esperando.
- Descarga una de las muchas aplicaciones que existen para ayudarte a predecir el mejor momento.
- Para capturar el espectáculo; usa trípode y ajusta a exposiciones largas para obtener mejores fotos.
Viajes con momentos urbanitas
El invierno es una de las épocas más interesantes para viajar a una ciudad, no solo porque se considera temporada baja y los precios son más económicos, también porque nos permite ver el ritmo real, el día a día del lugar, sus intimidades y su cara más auténtica. Además, aquí el atardecer no marca el final del día, sino todo lo contrario.

Ámsterdam, en Países Bajos, es la ciudad de los canales por excelencia. Es una de las más especiales de Europa, sin importar la fecha que indique el calendario. El día perfecto puede empezar con crucero por idílicos canales, y continuar en el barrio de Jordaan, perfecto para perderse entre pequeñas galerías, cafeterías acogedoras y tiendas llenas de encanto. Es imprescindible una visita al Van Gogh Museum o al Rijksmuseum, donde refugiarse del frío rodeado de arte. Y cuando el cuerpo pida algo caliente, nada mejor que un chocolate acompañado de galletas stroopwafels o un plato de erwtensoep, la sopa tradicional de guisantes. Platos que saben mejor de lo que suenan…

Madrid es otra ciudad muy urbanita. Solo hay que abrigarse y elegir un calzado cómodo para disfrutar de la capital y es que aquí los días parecen tener muchas más horas. El plan perfecto podría empezar con un chocolate con churros en la Plaza Mayor, seguir la ruta para encontrar el kilómetro 0 de la Puerta del Sol y perderse en el Barrio de las Letras, donde se encuentran aún negocios tradicionales junto a tiendas de diseño para aprovechar las rebajas. Tras dar buena cuenta de la gastronomía local (con el frío el cuerpo pide cocido), toca visitar Gran Vía y elegir un musical o una obra de teatro entre la gran cartelera disponible durante todo el año. A partir de aquí, la noche es tan larga como tú lo desees.

En Sevilla, el invierno es solo una excusa para disfrutar de la ciudad con menos prisas y temperaturas más suaves. Es la época perfecta para perderse por las calles del barrio de Santa Cruz o sentarse en una terraza con vistas al Guadalquivir y saborear unas tapas sin preocuparse del reloj. En estas fechas, Sevilla se vive sin aglomeraciones, lo que permite redescubrir su esencia, su arte y su historia, con una calma que en otras estaciones parece imposible. Y es que el alma de la ciudad, cálida y acogedora, no entiende de estaciones.
Lugares para una ración extra de mimos
El invierno es la estación perfecta para regalarse momentos de calma y desconexión. Escapadas donde el protagonista eres tú: balnearios, spas y rincones llenos de serenidad para cuidarte por dentro y por fuera.

Budapest, en Hungría, desde la época de los romanos hasta los turcos otomanos, sus baños termales han sido el epicentro de relajación y cuidado personal. Hoy, la ciudad cuenta con más de una docena de balnearios históricos y modernos, donde se mezclan tradición y bienestar. Entre los más emblemáticos está el Baño Széchenyi, uno de los mayores complejos termales de Europa, famoso por sus piscinas al aire libre que, incluso en pleno invierno, alcanzan los 38 grados. Es todo un espectáculo disfrutar del contraste entre el vapor del agua y el aire frío. Una experiencia solo disponible en invierno.

Orense, en España, es conocida como la ciudad de las aguas (a pesar de ser la capital de la única provincia gallega que no tiene costa), es el destino ideal para quienes buscan mimarse en un entorno único. Sus termas naturales, alimentadas por manantiales de aguas mineromedicinales, han sido un refugio de bienestar desde la época romana. Pero no todo es relax en esta animada ciudad, su casco antiguo invita a pasear por calles adoquinadas, descubrir la Catedral de San Martiño y disfrutar de la variada gastronomía de la zona, un verdadero lujo para los sentidos.

Bath, en Reino Unido, es otro estilo de viaje pero con el mismo propósito. Esta escapada nos ayude a resetear cuerpo y mente. Declarada Patrimonio de la Humanidad, las aguas de esta ciudad inglesa ya eran famosas hace siglos al ser consideradas milagrosas. Hoy, el Thermae Bath Spa permite disfrutar de un baño en sus piscinas al aire libre con vistas panorámicas de la ciudad. Bath es también un tesoro arquitectónico. Pasear por el Royal Crescent, admirar la Abadía de Bath o cruzar el Pulteney Bridge son planes imprescindibles para descubrir la esencia de esta ciudad que parece suspendida en el tiempo. Y, por supuesto, no puede faltar una pausa para un clásico té inglés acompañado de un buen scone (panecillo típico).
Para los que pretenden huir del frío
El invierno no es para todos. Mientras unos disfrutan con los paisajes nevados y se ven favorecidos con el gorro de lana, hay quienes se toman las bajas temperaturas como un castigo, como un periodo en el que el único en plan es hibernar y soñar con playas paradisiacas. Para ellos, estos rincones del mundo donde hoy pueden ir en manga corta.

Tenerife, en las islas Canarias es un rumbo para escapar del frío. En el norte de la isla de Tenerife (donde se registran las temperaturas más altas en enero), Puerto de la Cruz combina playas volcánicas como Playa Jardín con una rica oferta cultural y gastronómica. Diseñada por el célebre artista canario César Manrique, esta playa es un oasis rodeado de jardines tropicales que invitan al relax.

Koh Haa, en Tailandia, está ubicado en el parque nacional de Ko Lanta, Koh Haa, es un conjunto de islas que parecen sacadas de un sueño: la postal tropical más perfecta e ideal. Sus aguas cristalinas, rodeadas de impresionantes formaciones rocosas, son perfectas para practicar esnórquel o buceo, ya que están repletas de arrecifes de coral llenos de vida marina. Es en estas fechas, con la temporada de lluvia finalizada, cuando sus aguas están más tranquilas y es más fácil dejarse enamorar con sus fondos marinos. En pocos lugares es más fácil olvidarse del frío que tumbado en estas increíbles playas.

Creta, en Grecia, es la isla más grande de Grecia reúne lo mejor del país heleno: una buena dosis de historia junto a la belleza natural de su paisaje mediterráneo. Pueblos llenos de encanto que, en estas fechas, invitan a pasear con calma, empaparse de sus tradiciones y, por supuesto, disfrutar de su exquisita gastronomía. En el centro de la isla se alza el Palacio de Knossos, unos restos fascinantes de la civilización minoica que te transportan en el tiempo y te sumergen en mitos y leyendas, como el célebre relato del Minotauro.