Vigila los cambios
Cualquier cambio que experimente nuestra piel es reflejo de lo que sucede en nuestro organismo, avisándonos tanto de los problemas banales como de otros importantes. Depende del cambio de coloración, si es muy repentino y duradero, si es un tono muy exagerado, y, sobre todo, por las manchas y por ‘apariciones extrañas’. Aunque un cambio de tonalidad puntual tampoco tiene por qué ser síntoma de nada grave, ante la duda debemos consultar al médico.

Pálida
En ocasiones la palidez extrema puede deberse a baja producción de glóbulos rojos (anemia). La tonalidad de la piel depende de la vascularización de la piel en cada momento, si está vasodilatada o vasoconstreñida, si los vasos están muy abiertos o muy cerrados, que son los que dan más o menos color en la piel. Y si en invierno estás más pálida, no solo es por la ausencia de bronceado, sino porque la luz incide menos directa.

Amarillenta
La coloración amarilla de la piel se llama ictericia y puede deberse a una alteración del metabolismo de la bilirrubina (pigmento amarillento que se encuentra en la bilis). Pero existen otras explicaciones posibles: quizá se trate de un problema de patología biliar, hepática, anemia o simplemente falta de exposición solar también podrían ser el motivo.

Azulada
Las personas cuya sangre tiene un bajo contenido de oxígeno tienden a una coloración azulada en la piel. Puede tratarse del síndrome de Raynaud, en el que la microcirculación de los pequeños vasos se cierra y no llega bien la sangre a las zonas amoratadas. Si es solo en una parte del cuerpo, puede deberse a un coágulo. Si es general, puede deberse a problemas pulmonares.

Piel marrón
Cuando se concentran queratina y melanina, y la dermis no se descama, puede verse de tono marrón. Las células muertas están apelmazadas y no se desprenden con facilidad. A veces es por un problema de falta de agua. Otras causas pueden ser inflamación de la piel, fármacos, embarazo o enfermedades endocrinas.

Enrojecida
Los vasos están más dilatados y, como la piel es transparente, se ve más el rojo de la sangre, lo que se llama cuperosis. Lo habitual es que sea genético, pero los vasos también se pueden dilatar por sustancias como alcohol, el calor, la temperatura o ingesta de sustancias picantes. También influye el subconsciente, pero una persona que no tenga los vasos dilatados tiende menos a ‘sonrojarse por pudor’. El flushing también es propio de ciertas enfermedades como la rosácea.
