La Organización Mundial de la Salud recomienda el consumo de 5 piezas de fruta y verdura al día para evitar el desarrollo de ciertas enfermedades como diabetes, ciertos tipos de cáncer e hipertensión. Además de tener en cuenta ciertos trucos para aumentar su ingesta, muchos piensan que una alternativa podría ser el consumo de la fruta deshidratada o desecada, pero no es así ya que la recomendación de la OMS es sobre el consumo de fruta fresca. Igualmente, la fruta deshidratada o desecada es una estupenda opción para picar entre horas, snacks, añadir a tus recetas, yogur, etc. Aunque muchos creen que no son saludables, lo cierto es que sí son una buena alternativa.
La fruta deshidratada o desecada no es más que la fruta fresca a la que se ha sometido a un proceso de deshidratación o desecación, y a un posterior proceso de secado, reduciendo su aporte hídrico, pero manteniendo intactas todas sus vitaminas y minerales. No debes confundir la fruta desecada con la fruta escarchada, y es que a esta última suele añadirse azúcar antes de someterse al secado, por lo que es menos saludable que la primera. Antiguamente, este proceso se llevaba a cabo en las zonas rurales de nuestro país para incrementar la vida útil de las frutas. La eliminación del agua consigue detener el crecimiento de los microorganismos, responsables del deterioro de la misma. Se puede hacer con cualquier fruta, pero es más común en los higos, las uvas, las ciruelas y las manzanas.
¿Qué nutrientes nos aporta la fruta deshidratada?
La fruta deshidratada aporta los mismos nutrientes que la fruta fresca, aunque más concentrados. No solo aportan una cantidad generosa de fibra, sino también de vitaminas. Ten en cuenta que su contenido calórico es más alto que la versión fresca, ya que se le ha reducido el agua pero mantienen sus componentes, sobre todo los hidratos de carbono simples.
Si atendemos a su aporte vitamínico, estas frutas aportan altas cantidades de vitaminas del grupo B, sobre todo tiamina. Dicho micronutriente es muy beneficioso a la hora de trasformar los alimentos en energía. También encontramos ácido fólico, clave para las embarazadas pues desarrolla un papel esencial en la formación del ADN. Si bien la fruta fresca es una buena fuente de vitamina C (sobre todo los cítricos), la fruta desecada apenas contiene este micronutriente, pues se elimina durante el proceso. También contienen hierro, magnesio y potasio, entre otros minerales.
En cuanto a su aporte de fibra, la fruta deshidratada es alta en fibra, que nos ayuda a cuidar el sistema digestivo. Además, la fibra nos ayuda en el proceso de perder peso, pues es muy saciante.
En conclusión: sí, son saludables, pero también ricas en calorías y azúcar (es azúcar intrínseco, es decir, "el bueno"). Procura no pasarte mucho con su consumo y siempre prioriza la fruta fresca.
¿Cómo añadirlas a nuestra dieta?
Normalmente, la fruta desecada se toma a modo de snack saludable (en el supermercado puedes encontrar bolsitas de este aperitivo). Otra manera de añadirlas a nuestra dieta es en ensaladas, a las que dará un toque diferente. Si las mezclas con frutos secos, el resultado todavía será mejor. También se usan mucho en elaboraciones dulces como tartas, bizcochos, magdalenas...