Por si alguien aún no la conoce, esa semilla que contienen los huesos de los albaricoques y de los melocotones en su interior tiene el aspecto de una almendra. No es casualidad, porque las almendras y los melocotones vienen a ser “primos”.

De hecho, si nos fijamos bien, la estructura de una almendra cuando aún está en el árbol es muy similar a la de un melocotón: está recubierta de “pelillos”, tiene una parte carnosa exterior (equiparable a la pulpa del melocotón) y una parte interna compuesta por la cáscara y la almendra propiamente dicha (similares al hueso y a la semilla del melocotón).
Las semillas de los melocotones contienen cianuro
Normalmente las semillas de los albaricoques y de los melocotones son inaccesibles porque están encerradas dentro de un hueso muy duro. Pero a veces ocurre que al abrir estas frutas el hueso se separa en dos, dejando las semillas al descubierto.
Dada su similitud con una almendra, quizá se nos puede ocurrir comer esas semillas, pero no es recomendable hacerlo porque contienen una sustancia llamada amigdalina, de modo que cuando las masticamos, esta da lugar a la formación de un compuesto tóxico llamado ácido cianhídrico. Es posible que ese nombre no nos suene mucho, pero si decimos que también se conoce como cianuro, seguramente nos resulte mucho más familiar.
A partir de la amigdalina también se forman otros compuestos, entre los que se encuentra uno llamado benzaldehído, que es el responsable del sabor amargo de estas semillas. Tanto el benzaldehído como el cianuro se encuentran también en las almendras amargas. Por eso la mayoría de la gente sabe que no se deben comer. De hecho, hay muchas otras semillas que también contienen amigdalina, como las de la manzana o las de pera, pero normalmente se encuentran en una cantidad insignificante.
Es en las semillas de albaricoque donde este compuesto tóxico se encuentra en altas concentraciones y por eso se debe evitar su consumo. Para que no quede duda, conviene aclarar que esto no tiene que ver con la fruta. Es decir, comer albaricoques no supone ningún peligro y, de hecho, es saludable. Las recomendaciones de evitar el consumo se refieren única y exclusivamente a las semillas.
¿Qué pasa si comemos semillas de albaricoque?
Debemos tener en cuenta que el contenido de amigdalina en las semillas de albaricoque puede variar mucho, sobre todo si tenemos en cuenta que hay semillas que son dulces y donde el contenido es bajo, y otras que son amargas, donde esa concentración de amigdalina es mucho más alta. De hecho, esas semillas dulces se venden y se utilizan en algunos países para elaborar recetas (por ejemplo, para hacer persipán, que es una especie de mazapán, pero más barato). Eso sí, la legislación establece límites máximos para el contenido en cianuro, con el fin de que su consumo no suponga un riesgo para la salud.

Si hablamos de las semillas amargas o con concentraciones medias o altas de amigdalina, en general se considera que una persona adulta puede sufrir una intoxicación aguda consumiendo tan solo tres semillas pequeñas, mientras que para un niño sería suficiente con una sola semilla. Por eso no está permitida su venta y se recomienda evitar su consumo.
Los síntomas de la intoxicación pueden ser muy variados, pero normalmente comprenden náuseas, fiebre, dolores de cabeza y de articulaciones, insomnio o nerviosismo. Además, si la dosis es muy alta puede incluso provocar la muerte (se estima que para una persona adulta sería necesario consumir unas 100 semillas).
No son efectivas para el tratamiento del cáncer
Hace años se utilizaba la amigdalina como posible tratamiento contra el cáncer, pero no es eficaz y puede tener importantes efectos adversos, tal y como acabamos de ver, así que no fue aprobada para este fin por los organismos competentes. Aún así, hay desaprensivos que comercializan semillas de albaricoque destacando su contenido en amigdalina y promocionando su supuesta utilidad contra el cáncer, algo que no está permitido porque no tiene fundamento y porque además puede resultar peligroso para la salud.