Es importante no freír demasiado las patatas

Cuando freímos patatas es recomendable hacerlo hasta que queden doradas, sin que lleguen a adquirir tonos marrones. Eso, más allá de afectar al sabor, puede tener repercusiones negativas sobre la salud, debido a la formación de un compuesto llamado acrilamida. En este artículo te contamos lo que es y qué podemos hacer para evitarlo.
Es importante no freír demasiado las patatas
Es posible comer patatas fritas, pero sin freír mucho y sin hacerlo a diario. - Istock

Las patatas fritas se encuentran entre los recursos más socorridos en la cocina. Podemos consumirlas tal cual o utilizarlas como guarnición para acompañar un sinfín de platos. Resultan especialmente útiles cuando tenemos que improvisar; por ejemplo, el clásico plato de huevos fritos con patatas fritas puede sacarnos de más de un apuro. Y es que casi siempre las tenemos a mano y además se preparan de forma muy sencilla y relativamente rápida. Eso sí, conviene tener en cuenta algunas cosas que son importantes para conseguir que sean seguras.

La reacción de Maillard

Nuestra cocina es como un pequeño laboratorio. Aunque no nos demos cuenta, cada vez que cocinamos estamos provocando el desarrollo de un montón de procesos físico-químicos que transforman los alimentos y los hacen más seguros, más digeribles y más sabrosos. Es lo que ocurre por ejemplo cuando freímos patatas. En este caso lo más destacable es el desarrollo de una serie de reacciones químicas que se conocen de forma genérica como “reacción de Maillard”.

Lo que sucede concretamente es que, en ausencia de agua, al aumentar la temperatura, algunos de los aminoácidos de las patatas reaccionan con ciertos azúcares (concretamente con azúcares reductores) y se producen nuevos compuestos que aportan aromas y sabores atractivos (“a tostado”), a la vez que mejoran el aspecto. Es lo que ocurre también cuando horneamos o tostamos pan, por ejemplo.

La formación de acrilamida

Pero no todo es positivo en la reacción de Maillard. Si cocinamos a mucha temperatura o durante mucho tiempo, los alimentos comienzan a adquirir colores pardos o marrones, de un tono que cada vez es más oscuro, hasta que llega a ser casi negro. Es lo que ocurre cuando freímos demasiado las patatas o cuando tostamos demasiado el pan.

En esta situación, no solo es negativo ese aspecto que nos resulta desagradable. Los alimentos adquieren sabores y aromas amargos, y, lo que es más importante, se producen compuestos potencialmente tóxicos. El más importante es la acrilamida, un compuesto potencialmente cancerígeno que deberíamos evitar en la medida de lo posible.

Hay que tener cierto cuidado a la hora de freír mucho las patatas. - Istock

¿Cómo evitar la formación de acrilamida?

Para evitar la formación de acrilamida podemos tener en cuenta algunas consideraciones, relacionadas sobre todo con el tiempo y la temperatura de cocinado y con la composición de las patatas (principalmente para evitar que tengan muchos azúcares, que son los que intervienen en la reacción de Maillard). En este sentido, la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ofrece las siguientes recomendaciones:

Por último, también es importante limitar la reutilización del aceite: cuanto menos lo hagamos mejor. Se recomienda no reutilizarlo más de tres veces y descartarlo siempre que esté “sucio” (por ejemplo, cuando tenga restos de alimentos o aromas indeseables) o cuando lo hemos sometido a frituras intensas (por ejemplo, si ha estado humeando).

En cualquier caso, hay métodos de cocinado más recomendables que la fritura (horneado, cocción, etc) y también alimentos más saludables que las patatas (hortalizas, verduras, etc.), así que deberíamos limitar el consumo de patatas fritas y, si las vamos a consumir, conviene acompañarlas de alimentos saludables.

Recomendamos en