Las dietas hospitalarias son un tema difícil de abarcar, y es que supone uno de los grandes retos de la gestión del sistema médico. Esto es debido a que tanto económica como logísticamente hablando se debe controlar con especial atención ante el cuidado de los pacientes, ya que, es en estos momentos en los que más puede influir la alimentación en una óptima recuperación. A su vez, es de suma importancia a la hora de que el paciente valore la atención y los servicios recibidos.
Hemos analizado todo tipo de dietas previamente, pero hoy revisamos todos los aspectos clave de las grandes olvidadas y no por ello menos importante, todo lo contrario. De la mano de expertos, veremos en profundidad de qué se trata y qué tipos de dietas hospitalarias existen.

¿Pero qué son exactamente? Las dietas hospitalarias podrían definirse como "planes de alimentación mediante los cuales se seleccionan los alimentos más adecuados, para garantizar que un enfermo hospitalizado mantenga o alcance un estado de nutrición óptimo" (Goikoetxea, 2008). Si bien, una vez claro el concepto es importante conocer qué tipos existen entre otras cuestiones clave.
Por su parte, desde la Universidad Internacional de Valencia apuntan que "hay enfermos que no necesitan un régimen dietético especial, debido a que no tiene déficits nutricionales ni su enfermedad demanda el control de determinados nutrientes. En esos casos se aplicaría lo que se denomina dieta basal o normal. Estas dietas hospitalarias deben tener en cuenta los gustos del paciente, pero también la necesidad de mantener un estado de nutrición óptimo.
Cuando una persona hospitalizada presenta necesidades nutricionales específicas, entonces se aplica una dieta terapéutica, que no es más que un plan de alimentación adaptado a las características del enfermo y que es parte importante de su tratamiento médico".

Tipos de dietas hospitalarias
Existen una gran variedad de dietas hospitalarias. Nosotras hemos seleccionado algunas de las más destacadas:
- Dieta basal:
Indicada para pacientes sin restricciones dietéticas específicas. Permite la elección entre varios platos y está diseñada para prevenir enfermedades crónicas como la diabetes y la obesidad, además de cubrir las necesidades nutricionales del paciente.
- Dieta sin sal:
También conocida como hiposódica, esta dieta es ideal para controlar la hipertensión y evitar complicaciones en patologías como la insuficiencia cardíaca. Sustituye alimentos con alto contenido de sal por opciones más saludables.
- Dieta de textura modificada:
Creada para pacientes con dificultades en la deglución, esta dieta asegura un aporte adecuado de nutrientes mediante alimentos con texturas adaptadas que son más fáciles de ingerir.
- Dieta turmix:
Consiste en alimentos triturados en forma de puré, recomendada para quienes tienen problemas de masticación o deglución. Busca proporcionar una alimentación equilibrada y fomentar la tolerancia a diferentes texturas.
- Dietas progresivas:
Utilizadas en la recuperación postquirúrgica, estas dietas avanzan gradualmente desde líquidos claros hasta una alimentación sólida normal, adaptándose a la capacidad digestiva del paciente en cada fase.
En este tipo de dietas, la Universidad Internacional de Valencia destaca los siguientes subtipos:
- Dieta líquida: indicada a las personas que necesitan muy poca estimulación gastrointestinal o que estén pasando de la alimentación parental a la oral. Está compuesta por alimentos líquidos a una temperatura ambiental, por ejemplo, un caldo.
- Dieta semilíquida: compuesta por alimentos de textura líquida y pastosa, como yogurt o gelatina. También por alimentos triturados. Es un paso intermedio entre la dieta líquida y la blanda.
- Dieta blanda: muy usada en la transición de una dieta semilíquida a una normal. Los alimentos son de textura blanda, pero enteros, con bajo contenido de fibra y grasas. Por ejemplo, fideos, pan de molde o puré de patatas.
