Cuando el dolor lumbar tiene una duración superior a los tres meses y hay hasta tres recurrencias del mismo tipo de dolor a lo largo del año, pasa a denominarse dolor lumbar crónico, pues ya se han producido diversos cambios en la liberación de algunas sustancias inflamatorias que no solo afectan al tejido, también a otras áreas del sistema nervioso central.
Es muy importante acudir a un centro especializado si los síntomas no ceden en unos días, así como evitar autodiagnosticarse y automedicarse, para evitar una cronificación del dolor lumbar.
El dolor se localiza principalmente en la región baja de la espalda, por debajo de las costillas y por encima de las nalgas. Puede irradiar hacia las piernas, pero generalmente se siente en la espalda baja.
Puede variar desde un dolor sordo hasta un dolor agudo y punzante. La intensidad del dolor puede ser constante o intermitente. Algunas actividades o movimientos específicos pueden aumentar el dolor lumbar. Por ejemplo, inclinarse hacia adelante, levantar objetos pesados, o estar de pie durante períodos prolongados pueden exacerbar el dolor.

El abordaje debe realizarse desde diferentes áreas: fisioterapia, medicina, psicología, nutrición, educación en neurociencia del dolor y ejercicio terapéutico.
¿Qué áreas hay que tener en cuenta para tratar el dolor lumbar?
- Fisioterapia. Utilizando una combinación de técnicas activas y pasivas de terapia manual que modulen el sistema nervioso y otorgando pautas de educación en dolor y en ergonomía para mejorar el contexto laboral, tanto en casa como en el puesto de trabajo, impactando en el control postural estático y dinámico, esto conlleva un gran efecto analgésico.
- Psicología. El estrés es un importante agravante en el proceso de cronificación del dolor, se aportan herramientas para manejarlo y técnicas de relajación que le permitan manejarlo de forma autónoma en fases de crisis. También se intervendrá en la restructuración cognitiva mediante el uso de la terapia cognitivo conductual.
- Nutrición. Las dietas personalizadas permitirán reducir el dolor y la inflamación de los tejidos. También aportarán una acción antioxidante sobre las estructuras afectadas.
- Educación en dolor. Dirigida a que los pacientes comprendan qué factores anatómicos, neurofisiológicos y biomecánicos están provocando su afección, evitando el catastrofismo, miedo e hipervigilancia, de forma que sigan realizando la actividad física y el ejercicio tan necesarios para su recuperación.