Dormir es una necesidad fisiológica básica para la supervivencia, como también respirar, alimentarse, beber agua o mantener una buena temperatura corporal. No es de extrañar, por lo tanto, que, ante un asunto tan relevante, la forma en la que durmamos tenga un impacto directo y significativo en la salud y el bienestar.
Resulta difícil dar una respuesta clara y concisa a si es mejor dormir solo o en pareja. Son varios los factores implicados. Anna Pous Viñas, psicóloga general sanitaria en Gabinet Psicològic Rehder y miembro de Top Doctors, los analiza.
Dormir sola tiene sus ventajas
En términos de salud, elimina todas las alteraciones del sueño derivadas de la presencia de otra persona: los temidos ronquidos, las respiraciones aceleradas, la sensación de calor o los movimientos producidos en el espacio de la cama a lo largo de la noche.
La calidad del sueño es indudablemente superior evitando estas interrupciones o distracciones, especialmente para aquellos que tienen un sueño ligero y necesitan un entorno silencioso y tranquilo para descansar adecuadamente.
También influye la cuestión horaria
A veces, existe mucha sincronía en la pareja y los tempos de ir a dormir y despertarse van a la par. Pero otras veces los patrones de sueño difieren, hay un miembro de la pareja que es más nocturno o, simplemente, tiene un horario laboral diferente, provocando un sueño fragmentado que disminuye en calidad.
En este sentido, dormir solo aumenta la sensación de privacidad, independencia y autonomía. Por todo ello, hablando estrictamente de salud física y calidad del sueño, dormir solo sería seguramente el ambiente más propicio para un buen descanso.
Dormir en pareja también tiene sus beneficios
Compartir la cama fomenta la sensación de intimidad y conexión. Ocurre porque, al mantener contacto o abrazarse, las personas liberan una hormona llamada oxitocina, que favorece la sensación calma y bienestar.
Asimismo, para algunas personas, dormir acompañadas de sus parejas les proporciona seguridad y confianza, lo que facilita la conciliación del sueño y ayuda a reducir los niveles de estrés y ansiedad.

A nivel de horarios, la dinámica diaria de una pareja favorecería que el cuerpo se acostumbre a unos hábitos saludables contra el insomnio, debido al efecto que la rutina tiene en el establecimiento y mantenimiento de los ritmos sueño-vigilia.
Así pues, la elección de dormir solo o en pareja depende de las circunstancias individuales de cada persona, así como sus características de personalidad.
Algunos priorizarán la comodidad física de dormir solo (deberían hacerlo quienes sufren de insomnio); otros preferirán la conexión emocional y compañía que obtienen durmiendo en pareja. La elección debería tomarse desde la flexibilidad, contemplando siempre las necesidades de cada situación o momento vital.