Uno de los principales problemas que tenemos en la sociedad actual, saturada de tecnología, es la falta de concentración. Tanto jóvenes como adultos mayores nos vemos inundados de distracciones y estímulos, lo que dificulta en muchas ocasiones centrar nuestra atención en lo que estamos haciendo.
Esto, evidentemente, tiene consecuencias negativas tanto en los estudios como en el trabajo, y también en las relaciones interpersonales y en nuestra creatividad.
Aunque hay gente capaz de realizar multitareas sin que ninguna de ellas salga mal, la realidad es que la mayoría de las personas, para obtener los mejores resultados, deben focalizarse en lo que están haciendo. Aprender a concentrarse se vuelve esencial. Y, aunque parezca una tarea complicada, aplicando algunas pautas, se puede lograr.
Desconéctate de la tecnología
El móvil, el portátil, las tabletas o la televisión son grandes inventos, pero también son grandes elementos de distracción. Para alcanzar la concentración, es fundamental que te desconectes de ellos mientras estés realizando tus tareas.

Puede que, al principio, te cueste o que caigas en la tentación de mirarlos, pero poco a poco lo irás consiguiendo. Piensa que este tipo de cambios no se producen de repente.
Otra distracción común, especialmente en el trabajo, es tener gente hablando a tu alrededor. Aunque estés muy concentrada, las conversaciones ajenas pueden provocar que acabes perdiendo el hilo de lo que estés haciendo.
La importancia de estar motivada
Establecer metas que realmente nos motiven nos ayuda a mantener la concentración. Por tanto, intenta hacer siempre cosas que te gusten. Y si sientes que, en algún momento, pierdes la atención, procura recordar cuál es tu motivación: aprobar el examen, terminar un proyecto, conseguir un ascenso…
Así, lograrás concentrarte de nuevo. Eso sí, cada vez que falles en el objetivo, no te machaques ni seas demasiado autoexigente. Lo fundamental es ir estableciendo un hábito que perdure.
Planifícate bien
Este es un punto clave para centrar tus esfuerzos y pensamientos en las tareas que estés realizando. Lo más recomendable, para conseguirlo, es escribir en una agenda o en una lista todo aquello que debas hacer a lo largo del día, señalando lo que es importante y lo que no lo es tanto.
Establecer horarios y pausas
También es conveniente crear una buena rutina de trabajo y un horario bien determinado, con periodos de descanso. Realizar una pausa, además, te ayudará a relajarte y a despejar la mente. Así, luego, verás las cosas mejor y serás más productiva.

En los periodos de minidescanso, puedes aprovechar para tomar un café o un yogur, realizar estiramientos o hacer algunas respiraciones… También te puede servir dar la vuelta a la manzana para que te toque el aire. Seguro que volverás al trabajo con las fuerzas renovadas.
La importancia del ambiente
Uno de los factores que tiene mucha relevancia, aunque no todo el mundo lo tiene en cuenta, es el lugar de trabajo o de estudio. Por ejemplo, no es lo mismo realizar una tarea que exija mucha concentración en una habitación con poca luz o sin una buena ventilación que en una luminosa y agradable. Tampoco se trabaja bien si la mesa está desordenada y tiene papeles por todas partes.