La OMS zanja el debate: un macroestudio de 30 años demuestra que el teléfono móvil no causa cáncer

La Organización Mundial de la Salud ha impulsado un estudio que abarca 30 años de datos, la investigación definitiva para demostrar que el teléfono móvil no causa cáncer.
Un chico durmiendo con su móvil encendido
Un chico durmiendo con su móvil encendido - Rubén García

El teléfono móvil no causa cáncer. Pese a que en el año 2011 la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, entidad dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), categoriza a las ondas de radio como un posible carcinógeno, un nuevo estudio publicado recientemente, el más profundo y largo hasta la fecha, demuestra que no lo son. Vamos, que aunque incentive el aburrimiento, puedes seguir viendo vídeos de manera compulsiva en redes sociales sin preocuparte por esto.

La clasificación de 2011 se hizo en base a estudios observacionales, pruebas limitadas. Por eso, la OMS insistió en hablar de “posible”, nunca de certezas. Certezas es lo que ha buscado esta extensa investigación acerca de las consecuencias del uso prolongado del teléfono móvil y de la exposición a las ondas de radio que emiten otros artefactos como las redes WiFi, las estaciones de radio o las torres de telefonía.

Estas ondas, por cierto, son invisibles y son indispensables, por ejemplo, para transmitir llamadas y enviar mensajes de texto.

Una chica mirando su móvil - Rubén García

Desde el año 2011, la evidencia científica sobre las posibles consecuencias negativas de las ondas de radio en la salud de los seres humanos ha aumento mucho. Pero ha sido este estudio recién publicado, ‘El efecto de la exposición a campos de radiofrecuencia sobre el riesgo de cáncer en la población general y laboral: una revisión sistemática de estudios observacionales en humanos – Parte I: Resultados más investigados’, la prueba definitiva de que puedes seguir usando tu teléfono móvil o dejándolo cerca tuyo por las noches sin miedo a que esto te produzca un cáncer en el futuro.

El estudio es una fuente tan válida por varios motivos. Por un lado, porque ha sido impulsado por la propia Organización Mundial de la Salud (OMS). Segundo, por el amplio panel de expertos que se ha encargado de la investigación: once científicos de 10 países distintos. Y tercero, la amplitud de la misma: los investigadores han examinado 5.000 estudios publicados entre los años 1994 y 2022. Todo con el objetivo de conocer si existía vínculo alguno entre el cáncer y la citada exposición a las ondas de radio.

Un chico durmiendo con su móvil al lado - Rubén García

La conclusión principal de los responsables del estudio es que el riesgo de cáncer cerebral no aumenta por el uso prolongado de los teléfonos móviles o la exposición directa y prolongada a las ondas de radio. Tampoco las torres de telefonía son un riesgo para la salud en este sentido.

Por ello, para Ken Karipidis, los resultados “son muy tranquilizadores”. Dice el experto que el uso de los teléfonos inteligentes se ha disparado, pero esto no ha supuesto “un aumento en la incidencia de cánceres cerebrales”.

Mark Elwood, profesor honorario de epidemiología del cáncer en la Universidad de Auckland y coautor de esta revisión científica, afirma que son “sustancialmente más bajas” las emisiones de radiofrecuencia de las nuevas redes móviles de última generación en comparación con las más antiguas. “No existen estudios importantes aún sobre las redes 5G, pero hay estudios sobre radar, que tiene frecuencias similares altas; estos no muestran un mayor riesgo”, afirma al respecto.

Por lo tanto, como puedes leer en las conclusiones del estudio impulsado por la OMS, gracias a este estudio tenemos ahora la “certeza moderada” de que las ondas de radio no producen cáncer. “La exposición a campos electromagnéticos de radiofrecuencia de campo cercano en la cabeza debido al uso de teléfonos móviles no aumenta el riesgo de glioma, meningioma, neurinoma acústico, tumores pituitarios y tumores de las glándulas salivales en adultos, o de tumores cerebrales pediátricos”, concluyen los investigadores. 

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