No tengo el baño de Pinterest ni sigo el método Marie Kondo, pero un gancho bien colocado me sirve para ordenar más que diez cajas bonitas sin uso

Mi baño es pequeño y cero instagrameable, pero con un gancho y un neceser colgante mantengo todo en su sitio sin complicarme la vida.
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Baño ordenado - Cortesía de iStock.

Mi baño no es digno de una foto de revista. No hay mármol blanco, ni grifería dorada, ni mueble suspendido de diseño nórdico. Es el baño que me tocó: funcional, apañado y bastante pequeño. Con espacio justo, almacenamiento escaso (los cajones del lavabo) y una rutina diaria que empieza corriendo y termina igual. Durante una época me dejé llevar por la fantasía del baño perfecto. Intenté lo del orden milimétrico: cestas a juego, frascos con etiquetas, toallas dobladas en vertical como si fueran sushi textil. No me duró ni una semana. Porque la vida, al menos la mía, no siempre encaja en ese tipo de perfección. Hay días en los que no te da ni para recoger el cepillo. Así que un día me rendí… pero para bien (o eso creo yo). Decidí dejar de aspirar a lo que no encaja conmigo y empezar a buscar soluciones que funcionen sin esfuerzo. Porque sí, ordenar me cuesta.

Y así llegué a mi gancho mágico, que suena muy épico pero en realidad es uno de esos ganchos que se colocan detrás de la puerta. Lo puse sin demasiadas expectativas y, para mi sorpresa, se convirtió en el centro de mi sistema de orden. Porque lo que vino después fue la clave: colgué ahí un necesser con compartimentos, de esos que se enrollan o que usas cuando te vas de viaje. El resultado es que tengo mi rutina de mañana y noche colgando en un solo sitio. Lo abro, lo uso, lo cierro. Fin. Sin ocupar la encimera del lavabo. O sin buscar el sérum en un cajón. Y sin olvidar dónde dejé las pinzas (otra vez). Ya os conté que mi método realista para mantener el orden en un piso pequeño. Y ahora os cuento este truco.

Todo a mano, pero nada por medio

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Neceser colgante - Cortesía de iStock.

Ese necesser colgante tiene más sentido que cualquier organizador de baño que haya probado. En un compartimento tengo todo lo de limpieza facial; en otro, cremas y contorno de ojos; en otro, pinzas, peine pequeño, tiritas (que siempre aparecen cuando no las necesitas y desaparecen cuando sí). Está todo ordenado, pero escondido. Todo accesible, pero sin generar ruido visual porque está detrás de la puerta y no se ve a simple vista.

Un gancho, cero taladros y mucho orden

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Gancho para la puerta - Cortesía de iStock.

La gracia del asunto es que no tuve que hacer reformas, ni taladrar, ni pedir ayuda. Solo compré un colgador con varios ganchos y puse el necesser como si fuera una especie de organizador vertical. Lo mejor es que si me mudo, lo quito sin dejar ni marca. Si me canso, lo cambio por otro. Y además en los otros brazos de este gancho puedo colocar mis toallas, por ejemplo. También te dejo, por si te es útil, cómo ordenar tus productos de skincare y maquillaje para ganar tiempo cada día.

Adiós encimera colapsada, hola rutina ordenada

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Baño ordenado - Cortesía de iStock.

Antes tenía los productos de uso diario repartidos entre el lavabo, el mueble y un cajón lleno de cosas random. Ahora están todos en el mismo sitio. Lo uso, lo cierro, y todo vuelve a su lugar sin esfuerzo. Y cuando vienen visitas, lo que hay a la vista es mínimo (o incluso lo puedo guardar en el armario y que nadie lo vea). Ni parece que guardo tanto, ni se nota que no tengo espacio.

Orden real, no decorativo

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Baño ordenado - Cortesía de iStock.

No es bonito. No es “Kondo-approved”. Pero es funcional. Y en un baño pequeño, eso lo es todo. Porque lo que necesitas no siempre son más cajones o soluciones de diseño, sino ideas simples que se adapten a tu rutina y que puedas sostener.

En mi caso, un solo gancho bien colocado y un neceser colgante me dieron más orden del que conseguí con diez cajas monísimas que no abría nunca. Así de sencillo y de útil.

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