Los niños que padecen el síndrome de Asperger no son autistas aunque lo parezcan. Detectarlo es esencial para comprenderles. Te damos las claves.
“No me puedo concentrar ni ser simpático cuando estoy en grupo. Me comporto de un modo distinto y me distraigo fácilmente. Muchas veces me resulta difícil quedarme quieto, porque tengo mucha energía. Hago piruetas o no paro de saltar y aporrear mis juguetes…”
Este es el relato de la vida de Kenneth Hall, un niño superdotado al que diagnosticaron el síndrome de Asperger (SA) cuando tenía ocho años y que ha escrito el diario de su vida (Soy un niño con síndrome de Asperger. Ed. Paidós) para que la gente aprenda a comprender mejor este trastorno y a quienes lo sufren.
Más inteligentes que la media
Diagnosticar el SA no es fácil, al contrario. Resulta bastante complicado porque los niños que lo padecen, lejos de mostrar algún retraso cognitivo, manifiestan una capacidad intelectual muy por encima de la media, con un vocabulario que sorprende a los adultos y que destaca por ser demasiado culto e incluso un poco pedante a su edad.
No se sabe exactamente cuáles son las causas que originan este síndrome, pero los expertos inciden en que los factores relacionados con el autismo son muy similares a los del SA (de hecho, el diagnóstico de autismo no excluye el del SA).
Son factores relacionados con alteraciones genéticas y riesgos del parto, como la anoxia o falta de oxígeno al nacer.
- Son niños perfeccionistas.
- Presentan un intenso nivel de concentración en un tema en particular. Pueden mostrarse obsesionados por los ordenadores, los trenes o la vida de los dinosaurios.
- Tienen muchísima información sobre un tema y una memoria extraordinaria, pero al final suelen resultar repetitivos, ya que otra de sus características es su problema a la hora de integrar toda esta sobrecarga de datos en su cerebro.
- Tienen dificultad para entender el lenguaje no verbal; no entienden bromas ni metáforas y no comprenden bien las situaciones sociales de su entorno.
- En general son ordenados y se sienten atraídos por las cosas en orden. Destacan por sus rutinas y rituales; como por ejemplo comer siempre en el mismo plato.
- Tienen dificultad para relacionarse con los demás y no suelen tener muchos amigos; son poco sociables precisamente porque tienen disminuida la capacidad de sentir empatía.
- Son objetivos, honestos y nunca mienten.
- Sufren torpeza física y motora.
- Al contrario que el autismo, el SA a veces puede no detectarse hasta la adolescencia o incluso más tarde.
El SA es un trastorno del desarrollo cerebral muy frecuente (lo padecen de 3 a 7 niños por cada 1.000 niños de 7 a 16 años), con mayor incidencia en niños que en niñas.
El tratamiento e intervención de los niños con síndrome de Asperger pasa por reforzar la comunicación y las competencias sociales.
Las terapias intentan evitar conductas obsesivas y repetitivas y buscan que los niños con SA aprendan a controlar la ansiedad y a canalizar sus emociones.
Los expertos también recomiendan terapias especializadas en el lenguaje, para que estos niños aprendan a hablar en público y a interaccionar socialmente.
- Deben ser conscientes y aceptarlo. Estar ellos bien es fundamental para ayudar a su hijo.
- Establecer en casa rutinas predecibles que les ayuden y les den seguridad.
- Motivar a su hijo en la realización de tareas.
- Poner normas en casa y no perder nunca la paciencia.
- Adecuar su lenguaje para que todos puedan entenderlo, evitando los dobles sentidos.
- Fomentar la participación de su hijo en actividades en grupo.
- Buscar información y ayuda a través de profesionales. Será bueno coordinar las actuaciones en casa con las del profesional.