Cómo curar el hígado graso: hábitos saludables que te ayudarán
Realizando algunos cambios en el estilo de vida, como mejorar la alimentación, perder peso y practicar ejercicio físico es fundamental a la hora de tratar el hígado graso.
La enfermedad del hígado graso se caracteriza por la presencia, en cantidades excesivas y, por tanto, anormales, de grasa en el hígado. Es médicamente conocida con el nombre de esteatosis hepática, aunque dependiendo de si además de la grasa se presentan otros daños, el término médico más exacto es el de enfermedad del hígado graso no alcohólico (o esteatosis hepática no alcohólica).
Puede llegar a convertirse en una afección bastante seria, especialmente si no es debidamente tratada, dado que puede cursar con inflamación y daño crónico a las células hepáticas, también conocidas bajo el nombre de hepatocitos. Si esto ocurre, nos encontramos finalmente ante una esteatohepatitis no alcohólica, que puede terminar en cirrosis (enfermedad hepática en etapa terminal), trasplante de hígado y, en casos aún más graves, cáncer hepático.
Por el momento no existen medicamentos aprobados para la enfermedad del hígado graso, aunque existen algunos fármacos que se encuentran en proceso de estudio. De hecho, los únicos medicamentos aprobados para su prescripción es la vitamina E y la pioglitazona, la cual es utilizada médicamente para el tratamiento de la diabetes.
No obstante el tratamiento que se ha demostrado más efectivo hasta el momento son los cambios en el estilo de vida. Esa es la buena noticia, dado que la mala tendría más relación con la adopción de los propios cambios en sí, que tienden a ser más difíciles de lograr, y de mantener, en especial a largo plazo.
En este sentido, los cambios en la dieta que inducen a la pérdida de peso, añadiendo alimentos ricos en nutrientes y antioxidantes, y bajos en grasas, pueden ser de muchísima ayuda a la hora de revertir o incluso prevenir la progresión de la enfermedad a etapas más graves. Mientras que, la propia pérdida de peso, es otra recomendación básica, especialmente la presente en el tejido abdominal o adiposo. De hecho, los expertos señalan que la pérdida de un 10% del peso es en muchas ocasiones determinante para la resolución de la enfermedad.
Qué comer con hígado graso: seguir una dieta adecuada es fundamental
La piedra angular de cualquier régimen de tratamiento para pacientes con hígado graso (independientemente del tipo de la afección que se tenga), es modificar el estilo de vida, centrado no solo en la pérdida de peso, practicar ejercicio físico regular y modificar el comportamiento y la mejora de la sensibilidad a la insulina. La alimentación es simplemente fundamental.
Particularmente para los pacientes con enfermedad de hígado graso, la dieta juega un papel esencial en la pérdida de peso. Es recomendable reducir los carbohidratos simples y las grasas saturadas, lo que unido al seguimiento de una alimentación más natural y saludable, puede ayudar a revertir o prevenir la progresión de la enfermedad.
En este sentido, algunos estudios han sugerido que la conocida como dieta mediterránea puede ayudar de forma tremendamente positiva a la hora de disminuir la presencia de grasa en el hígado. Como posiblemente sepas, esta dieta enfatiza el consumo de frutas, verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y aceite de oliva, limitando a su vez el consumo de carne roja y comiendo más pescado y carnes magras (como el pollo, pavo, conejo o cerdo).
Por lo general, la dieta específica para la enfermedad del hígado graso incluye principalmente:
- Consumo de muchas frutas y verduras frescas.
- Legumbres.
- Cereales integrales.
- Evitar azúcares añadidos, sal, grasas trans, grasas saturadas y carbohidratos refinados.
- Eliminar el consumo de alcohol por completo.

Qué comer con hígado graso
Como vemos, limitar los azúcares simples, los carbohidratos refinados, los alimentos procesados, los alimentos fritos y los alimentos con alto contenido en grasas saturadas es fundamental en en el tratamiento.
Es necesario tener en cuenta algo fundamental: esta dieta o nuevo plan alimenticio no es temporal, sino que debe convertirse en un auténtico cambio en el estilo de vida. El motivo es más que evidente: cuando la dieta únicamente se sigue de forma temporal, es común que los viejos patrones de alimentación aparezcan, volviendo a aumentar de peso y, finalmente, el riesgo de tener hígado graso y sus enfermedades asociadas.
Qué alimentos debes evitar cuando tienes hígado graso
Aunque ya los hemos mencionado anteriormente, debemos prestar especial atención a aquellos alimentos cuyo consumo deberíamos reducir al máximo, incluso eliminándolos por completo de nuestra alimentación siempre que sea posible:
- Azúcar añadido. Es necesario mantenerse alejado/a de alimentos con excesivo contenido en azúcar, como los refrescos, jugos de frutas, bollería, dulces y galletas. Evidentemente, también debemos prestar atención al azúcar que añadimos a determinadas bebidas, como podría ser el caso del café, los tés y las infusiones. Un nivel elevado de azúcar en la sangre aumenta la cantidad de grasa en el hígado.
- Pan blanco, pasta y arroz. Especialmente cuando se tratan de alimentos elaborados a partir de harina altamente procesada, lo que puede acabar elevando el nivel de azúcar en sangre. ¿Lo ideal? Sustituirlos por granos enteros, ricos en fibra. Es decir, optar por pan integral, pasta integral y arroz integral.
- Alimentos fritos y procesados. Al ser fundamentalmente ricos en grasas y, por tanto, en calorías.
- Carne roja y embutidos. Son especialmente ricos en grasas saturadas.
Una dieta baja en grasas y en calorías puede ser de enorme utilidad en este sentido. Especialmente si, además de hígado graso, se tiene sobrepeso, puesto que el objetivo primordial es el de perder, al menos, el 10 por ciento del peso corporal.
Y dado que la enfermedad del hígado graso se suele asociar a menudo con exceso de peso (ya sea sobrepeso u obesidad), síndrome metabólico, resistencia a la insulina y un riesgo mucho más elevado de enfermedad cardiovascular, la pérdida de peso es importantísima.
Eso sí, no es recomendable perder peso de forma rápida e incontrolada, dado que puede acabar afectando al hígado todavía más. Al contrario, es más recomendable una pérdida de peso lenta, progresiva y, sobre todo, controlada.

Ejercicio físico contra el hígado graso
Mantenerse físicamente activo no solo es fundamental a la hora de conseguir reducir peso y tratar el hígado graso. Es, en definitiva, imprescindible para disfrutar de una mejor salud, en general.
De hecho, el ejercicio físico junto con la dieta son dos poderosas armas que pueden ser de muchísima ayuda. Y no es necesario convertirse en un deportista de élite, ni en un corredor profesional. Basta con practicar al menos 30 minutos de ejercicio aeróbico, a ser posible todos los días de la semana.